Andaba yo por la EGB cuando una tarde un profesor hizo una referencia en plural femenino para referirse al conjunto de los alumnos más él mismo. Los alumnos, que éramos niños y niñas, quedamos, quien más quien menos, sorprendidos y contrariados. Probablemente las chicas quedaron sorprendidas y los chicos quedamos contrariados, porque estar en un colegio mixto estaba muy bien, pero eso de que de repente todos fuésemos "nosotras" era demasiado. Que nadie se alarme, que el objetivo de aquel profesor no era despertar en los alumnos varones ninguna inquietud transexual. Fue como mucho un guiño feminista no exento de símpatía, un pequeño chiste por parte de un profesor conocido por haber sido anteriormente payaso, no de los que exponen en público su ignorancia, sino de los que hacen reír a los niños.
Que se haya tachado de “aberración” la reciente publicación del académico Ignacio Bosque me parece exagerado, sospechoso y hasta peligroso. En dicho texto se llama la atención sobre los excesos lingüísticos que promulgan ciertas guías en pro del uso no sexista de la lengua. Y es que hay que flipar, pero mucho, con algunas propuestas para “visibilizar” a la mujer en el idioma. A mí me solía rechinar cuando oía en boca de una chica la expresión idiomática “estoy hasta los cojones”, no por lo soez, sobre lo que no voy a entrar ahora, sino por la testosterona, proponiéndoles yo, con cierta candidez, “estoy hasta los ovarios”. Nunca tuve éxito, porque este es un ejemplo de lexicalización de una expresión donde la hablante no se identifica en absoluto con los formantes de la oración, sino con su sentido de estar harta. Como dice Soledad Puértolas, “hay un dinamismo en el propio lenguaje, que nos hace ver el lenguaje no pegado a como se produjo desde el primer momento”. Es decir, el hecho de que el primero que dijo esa expresión fue probablemente un hombre se la refanfinfla a la que está hasta los cojones.
La lengua es un código de comunicación para dar cuenta del mundo, no es el mundo. Esto es algo que desconocen absolutamente el gran elenco de soplapollas y meapilas que se creen capacitados para adoctrinar lingüísticamente a la población y hasta promulgar leyes en pro de una supuesta igualdad de la mujer. Pero visibilizar no implica necesariamente reforzar la igualdad. En muchas ocasiones, lo que se consigue es justo lo contrario. Y es que si hemos de decir, por poner un ejemplo, que la justicia ha de ser igual para todos y todas, lo que estamos haciendo precisamente no es igualar, sino dividir, separar por un lado al conjunto de los hombres y por otro al de las mujeres, justamente lo contrario que se pretende expresar diciendo símplemente para todos, porque el referente es el conjunto de la población, hombres y mujeres. Del mismo modo, un “Colegio oficial de abogados y abogadas” implicaría que un abogado es una cosa y una abogada es otra, que si se es abogado no es lo mismo ser hombre o mujer. Muy igualitario. A mi juicio, lo que es justamente más igualitario es usar la forma masculina, que no implica falo, como término no marcado.
Manda cojones –ya me salió el gonadismo falocrático− que uno que desde jovencito se ha sentido y se sigue sintiendo más bien progre pueda ser tachado de machista o algo peor por algún o alguna iluminado o iluminada −¿me ha salido bien?− por hablar, como dice Ignacio Bosque, comúnmente. Parece ser que el sentido común sigue siendo el menos común de los sentidos porque aquí vamos a estar todos, no sé si todas, acojonados no vaya a ser que metamos el patón y pasemos con carácter inmediato y sumarísimo a ser un carca recalcitrante.
El adoctrinamiento político acojona. Y la imposición de usos lingüísticos desde el poder se me parece muchísimo a la neolengua de 1984. Ya me imagino algún organismo “competente” de cultura imponiendo que “…and Justice for All” de Metallica incluya la traducción “…y justicia para todos y todas” que es como se titularía el disco de marras en neolengua. Los Metallica seguro que estarían honrados de colaborar con la igualdad de la mujer española. Pues mira, no estaría mal, pido que lo promueva la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Que saquen la reedición andaluza “…Justicia para todos y todas” y de paso se traen a Metallica al Estadio de la Cartuja. Yeah!
No hay comentarios:
Publicar un comentario