sábado, 28 de junio de 2008

Vuelta de Londres


Ya estoy de vuelta sufriendo los rigores del verano en Sevilla. Me he encontrado con el calor de golpe. Ese calor que pide a gritos un buen gazpacho fresquito que regenere mi cuerpo de tanta junk food y tanta pinta.
He conocido gente y he deambulado por Londres viviendo bastantes anécdotas. He sido asiduo del Crobar (que nadie compre el mechero con abrebotellas que literalmente explota), The Ship, el nuevo (el de Soho está chapado) The Intrepid Fox (simpática camarera valenciana, my punki ella), The 12 Bar, Jazz after Dark,… En la populosa noche de Charing Cross Road estaba Paco, un señor madrileño que lleva como 30 años por allí y que me ponía más cebolla en el perrito para calmar los munchies nocturnos antes del largo trayecto de autobús que me esperaba hasta llegar a mi habitación del East End. Vanesa de Madrid y sus diseños. La sevillana del Troy… Una tarde en Camden Town escucho una voz femenina en Español (a la orden del día por allí) “¡tia Amy! Y por allí pasaba la Winehouse con su minifalda roja y su discreto peinado, como para pasar desapercibida. En el Crobar saludé una noche a Warren de Martini después de que tocaran los Ratt en el Astoria. He conocido a Paul Sebastian, un joven guitarrista eléctrico que pasa las noches tocando con su técnica de tapping y sus delays y sus reverbs galácticas en la calle, cerca de la estación de Tottenham Court Road. Este tipo no se considera músico, sino más bien científico de la guitarra. He practicado con mi bajo en los viejos locales del callejón de Denmark Street. También he hecho algunos contactos con bandas que buscan bajista, pero hace falta algo más de tiempo para que salga algo interesante. He tenido el apoyo logístico de Juan, de Sevilla, que anda trabajando por allí para mejorar su inglés. Muchas gracias tío y saludos a Ivó. De lo peor, la tremenda leche que me pegué en los escalones de un hotelito. Caí en la acera de boca y todavía tengo una rodilla y una costilla maltrechas. Vivir en Londres implica subir y bajar cientos de estrechos escalones a diario. También estaban los compañeros de piso, el checo Ondrej que toca la batería, la sudafricana Tannie que se mueve por el mundo del cine. Michael, técnico de luces. Buena onda.
No sé cuando volveré por allí, pero lo cierto es que hace años que tengo cierta conexión mística con Londres. Para mí supone un recurso siempre disponible, claro que tengo responsabilidades que me unen a Sevilla.

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