Las cinco de la mañana y no puedo dormir. Mea culpa.
(Tan acostumbrado a una vida desordenada que el calor acrecienta tanto como mi circunstancia). Elijo un libro ya leido de los que están a mano en la mesa tras mi cabecera y no me concentro. Escucho Palingenesis, el disco del guitarrista callejero londinense. Me vienen recuerdos efímeros a mi mente.
“Toma la guitarra, necesito ir a mear”. Me siento sobre su ampli a pilas, subo el potenciómetro, varios armónicos, unos arpegios, varios rasgueos, unos tappings que me salen fatal y varias monedas que suenan en el estuche de Paul. ¿Era el comienzo de mi incipiente carrera de músico callejero en Londres? No, no lo fue, pero lo pensé. No tenía amplificador con batería. No tenía otras cosas que hacen falta para ello.
O quizás me sobraban algunas.
Poesía seca y música húmeda como el techo sin pintar.
Las cinco de la mañana y no puedo dormir. Mea culpa.
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