Un artículo de Juan Manuel de Prada sobre el creacionismo ha dado que hablar últimamente. Incluso a él mismo le ha dado de qué hablar en otro artículo donde no corrige pero acaso aumenta la versión anterior hablando de incrédulos. Para de Prada, el incrédulo sobre la intervención divina en la creación, la comunión de los santos o la resurrección de la carne suele creer que se va a forrar invirtiendo un puñado de pecunia o que vivirá más de cien años gracias a los avances de la ingeniería genética. Yo desde luego no creo que me pueda forrar invirtiendo, pero como no tengo un pavo que invertir no me preocupa en absoluto. En cuanto a lo de vivir más de cien años, con el tabaquismo que tengo encima, dudo muchísimo alcanzar esa edad. Sin embargo, si tuviera que apostar obligatoriamente o bien a que resucitaré al final de los tiempos o bien a que viviré más de cien años, lo haría sin duda por la segunda opción, porque la primera me parece risible en su sentido literal y la segunda plausible científicamente. El señor de Prada debería tener en cuenta que en la época actual la creencia en los preceptos de la Iglesia y la verdad de las Escrituras son una cuestión personal y que se suelen desarrollar en los círculos afines a la fe, pero que cuando saltan al mundo exterior, el real, uno se arriesga a que los demás comenten lo que les parezca, del mismo modo que se tiene derecho a hablar de la comunión de los santos en un diario.
Yo no estoy de acuerdo con el creacionismo ni con el diseño inteligente (que son esencialmente difíciles de distinguir). La cuestión está en si estas doctrinas o teorías pueden hacer daño. Yo pienso que no lo hacen dentro del ámbito de la religión (la adscripción a y el ejercicio de una religión son un derecho). Que se cuestionen asuntos científicos desde la religión toma otro cariz, especialmente en el ámbito de la enseñanza (primaria, secundaria y superior). Entiendo que hay dos modos principales de cuestionar la ciencia desde la religión: en cuanto a la moral y en cuanto a la cosmogonía. De estos, los asuntos relativos a la moral son debatibles en sociedad, aunque desgraciadamente generen conflicto. Son cuestiones perfectamente opinables. Si los cristianos protestan contra el aborto por sus convicciones de moral cristiana, pues normal, ahí está el debate. Pero si protestaran (lo hacen algunos en EEUU) por no introducir su cosmogonía cristiana en la enseñanza de la cosmología, la física o la biología, mal andaríamos.
Para el señor de Prada el hecho de que el hombre de las cavernas se pusiera a pintar es prueba de que hubo intervención divina para que existiera el ser humano. El incremento en la capacidad craneana (algo perfectamente entendible a la luz de la evolución) no es algo significativo, es más, probablemente Dios intervino aumentando la capacidad craneana para que el hombre de las cavernas pudiera pintar y así tuviéramos las generaciones venideras constancia fehaciente de su labor divina.
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