sábado, 16 de febrero de 2008

Ventana de luna y luz de sol,
ambas una y pura de reflejos,
guijarros limpiando aguas.

Todo nitidez azul y mil ventanas
circulares rodean al mundo
desde dentro,
para llegar dónde con los ojos
pero cómo con los versos.

Todo uno, plural singular,
ser en el no-dios,
vida en el no-demonio.


Noche semitranslúcida, de nuevo los Camel, ración doble. Adoraba esas sesiones de música y cómics cuando era adolescente y grababa El Vuelo del Ganso de Nieve en una cinta tipo IV en una pletina de formato horizontal ya pasada de moda y jugaba a mejorar (ilusamente) la experiencia auditiva. Hace como doce años tatareé el solo de Rhyader goes to Town en medio de un almuerzo hedonista y la chica flipó al punto que mi amigo decía que yo era especial. Basta. Cuanto tiempo sin impresionar a nadie, debo ser de lo más anodino, o los impresionables están fuera de mi esfera. Impresionables… yo lo soy. Cuanto tiempo hace que no me impresiona nadie. Porca miseria, tengo la vida social de un caracol (mis respetos a los caracoles, pero soy un ser humano)

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