viernes, 24 de mayo de 2013

Christopher Hitchens


     

Algo más de un año ha transcurrido desde la última entrada en este blog, y eso que por entonces andaba yo con la pierna enyesada, lo cual, en buena lógica, hacía proclive mi dedicación a escribir algún comentario, chascarrillo o simple colección de ripios. Sin embargo mis aportaciones a este menguante blog (aunque nunca mostró un vigor notable) han desaparecido como el Guadiana o como un ave que tan sólo soporta las bondades de la primavera. Veremos si los rigores del verano no hacen volar al avecilla distraída de la escritura hacia refugios más llevaderos, aunque los precedentes no son para aventurar grandes hazañas redactoras. Ya hubo anteriormente un hiato mayor.

Entre las últimas entradas hay una marcada entre paréntesis con un 1, lo cual implica que al menos estaba en proyecto un 2. Efectivamente debería haber un 2. Veremos si al avecilla de marras le da por quedarse a ver de nuevo el video de la charla entre Richard Dawkins y el Arzobispo de Canterbury y si tiene a bien aumentar en algún modo el comentario anterior. Por cierto que recientemente se posó junto al alféizar de mi ventana, justo sobre el compresor del aire acondicionado un ave no tan común en las ventanas de la ciudad. Apenas estuvo un par de minutos antes de echar a volar. No soy un experto en ornitología ni en cetrería, pero pude identificar que se trataba de un halcón, acaso de los criados en una fábrica de cerveza no muy lejana en la que se han criado halcones para mantener a raya a las palomas, engullidoras insaciables de cebada.

En estos últimos meses he devorado compulsivamente videos en la red relativos a los campos de interés de Richard Dawkins, lo cual ha añadido algunos nombres propios a mi conocimiento, como Sam Harris, Daniel Dennett, Lawrence Krauss o Christopher Hitchens. Me interesó en particular el pensamiento de éste último, y apenas tuve el gusto de conocerlo se me murió. Es decir supe que no hacía mucho había fallecido debido a complicaciones derivadas de un cáncer de esófago. Esto no ha hecho sino aumentar mi interés por su pensamiento, dado que la enfermedad le hizo actualizar en su propio ser las ideas sobre el “no más allá”. Y creo decir sin equivocarme, aunque me faltan lecturas, que lo hizo no en el sentido de redefinir o matizar, sino más bien de hacer válidas sus ideas de siempre acerca de la religión, el teísmo y sus cielos e infiernos. Todo ello a la vista de un horizonte más o menos cercano que no prometía nada halagüeño.

Hitchens, licenciado en filosofía, ciencias políticas y economía, fue una persona controvertida y polémica. Afín a la izquierda británica mantuvo su espíritu de librepensador, no adscribiéndose a lo que yo suelo llamar “el pack”. Es decir, me gusta que las personas piensen de manera individual y crítica sobre asuntos concretos. Me resulta sospechoso observar que alguien coincida en opinión con absolutamente todos los preceptos correspondientes a la opción política sobre la que gravita, independientemente de que personalmente esté de acuerdo o no con sus opiniones particulares. Esto le hizo también sufrir cierta hostilidad proveniente de la izquierda. Pero admiro a la gente que muestra esa absoluta independencia de pensamiento. Esto suele darse en personas con una educación sólida y una inteligencia notable. Pienso que cuanto más en “el pack”, sea el que sea, menos capacidades intelectuales demuestra el individuo.  En cierto momento de su vida abandonó su Inglaterra natal para instalarse en EEUU, convirtiéndose en angloamericano. También era sabida su querencia por las bebidas espirituosas, lo cual al parecer no interfirió en el desarrollo de sus actividades. En su biografía se incluye el hecho de ser hermano de Peter Hitchens, conocido por su ideología conservadora, y con el que se enfrentó en debates. Esto de los hermanos divergentes me recuerda un poco a lo de los Paniker y Panikkar, Salvador y Raimon, que no se ponen de acuerdo ni en deletrear el apellido.

En los últimos años, su actividad giró principalmente alrededor de la no existencia de entidades sobrenaturales; es decir, dioses, cielos e infiernos. Un gran tipo.

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