martes, 27 de agosto de 2013

Ser un "bright"



Ando en el penúltimo capítulo del libro de Lawrence Krauss A Universe from Nothing. Lo estoy leyendo y disfrutando en versión original. Después de haber visto a Krauss en bastantes videos de diferente tipo ya sabía que al hombre se le da la oratoria. Pues bien, además resulta que es de esos científicos que escriben estupendamente y te obligan a trabajar la mente mientras te lleva del pasado más remoto a un futuro muy lejano y de lo increíblemente pequeño a lo absurdamente grande, y cuando hablamos de grande o pequeño, no estamos sencillamente hablando de objetos, o sea materia, sino de magnitudes extremas del espacio y el tiempo, donde parece que se encierran los mayores misterios por desvelar que nos depara la ciencia. Y en estas que el otro día, estando de visitas por tierras levantinas, justamente estuve dando un agradable paseo por el centro y Barrio del Carmen de Valencia dando con la fnac abierta en domingo donde cayeron Cliclos del Tiempo de Roger Penrose y Evolución, el mayor espectáculo sobre la tierra de Richard Dawkins. De este último leí con interés las primeras páginas en el cercanías de vuelta. Y como quiera que me despertó de madrugada una espeluznante tormenta y dado que mi capacidad para retomar el sueño ha disminuido a la par que mi  tinnitus aumentado me puse a vagar por la red alrededor de Dawkins, Krauss, ateísimos y demás, dando con la web http://www.the-brights.net. Los Brights son un movimiento iniciado por Paul Geisert en 2003 que promueve la comprensión pública y el reconocimiento de la visión naturalista del mundo. El movimiento tiene vocación universal, pero nace en EEUU, y uno de los principales objetivos que persigue es conseguir la lexicalización del término bright como sustantivo (es un adjetivo) con el significado de “alguien que tiene un punto de vista naturalista sobre el mundo (libre de elementos sobrenaturales y místicos)”. Desde el punto de vista lingüístico se trata de zero derivation, proceso por el cual una palabra cambia de categoría gramatical sin la adición de morfema alguno. También se puede considerar que se ha añadido un “morfema invisible” denominado null morpheme. El asunto léxico-semántico es interesante porque, si bien aquel que tiene una visión naturalista sobre el mundo es sencillamente un “naturalista” o se adscribe al “naturalismo” –hasta aquí correcto, el uso del término se ha extendido de modo que designa a alguien que sencillamente gusta de darse un paseo por el campo, a excursionistas y a defensores de la naturaleza. Pero declarar tu amor por la naturaleza y tu enconado esfuerzo por su defensa no te hace en absoluto un naturalista en el sentido estricto del término. Esto ocurre tanto en español como en inglés. Así, un naturalista en el sentido laxo de la palabra bien pudiera ser además un avezado espiritualista que enciende velas para convocar a los ángeles y echa las cartas del tarot en sus ratos libres, lo cual obviamente le alejaría bastante de estar libre de elementos sobrenaturales o místicos. Es aquí donde entra la acuñación de un neologismo como brights. Está por ver si se mantendrá en inglés y cómo se exportará a otras lenguas. En el caso del español, me da que ir por ahí diciendo ser un “brillante” no va a tener mucho éxito. Mantener el neologismo inglés y adoptarlo como anglicismo parece lo mejor, para ira de anglófobos.

Para hacer una breve reseña de algunos conceptos clave a lo largo de las primeras páginas del libro de Richard Dawkins, el autor señala en Evolución la diferencia entre teoría, teorema, conjetura, hipótesis y hecho. Me parece cada vez más sorprendente que sigan apareciendo aquí y allá comentarios por parte de críticos con la evolución que señalan con toda la tranquilidad del mundo que “se trata sólo de una teoría”, confundiendo el sentido de teoría que se aplica en ciencia: “serie de las leyes que sirven para relacionar determinado orden de fenómenos” (D.R.A.E.). Obviamente, quien confunde este uso con la locución común “en teoría” desbarata su credibilidad de un plumazo. Por otra parte, Dawkins indaga sobre el hecho de que, pese a que la evolución no es observable, al menos por selección natural sí es una teoría susceptible de haber sido desarrollada mucho antes, sin  haber tenido que esperar a que estuviera bien entrado el siglo XIX. Se refiere el autor en este punto a Ernst Mayr, al que describe como “el gran abuelo de la síntesis neodarwiniana”. Mayr, fallecido en 2005 a los cien años de edad, postulaba que el retraso en el desarrollo de la teoría de la evolución obedece al esencialismo platónico, el cual ha dominado ampliamente el pensamiento a lo largo de la historia occidental. Por otra parte Darwin apunta que este esencialismo es en gran medida connatural al ser humano, siendo los niños perfectos esencialistas. El proceso de aprendizaje sobre el mundo consiste en gran medida en categorizar el entorno asumiendo la existencia de un modelo esencial. Y es que, como Dawkins reflexiona, el valor de la observación, pese a ser un pilar de la ciencia, está hipervalorado en general, ya que en muchas ocasiones nos engaña o nos lleva a conclusiones erróneas. Para Dawkins, la inferencia indirecta es a menudo la conductora hacia teorías que se mantienen como hechos. Especialmente cuando se estudian fenómenos de la naturaleza que ocurren muy lentamente a lo largo de enormes periodos de tiempo, como la evolución por selección natural o la deriva continental. Es interesante apuntar aquí que Dawkins deja caer en los comienzos del libro que la selección natural no es el único y exclusivo factor conductor de la evolución, espero con ganas que ahonde sobre este asunto en posteriores capítulos. Además, curiosamente es la evolución por selección artificial un proceso que, por el tiempo relativamente corto en el que se desarrolla, permite que entendamos lo enormemente productiva que es la evolución en general, ya que genéticamente lo que ocurre en la selección artificial (como en la creación de razas de perros) es lo mismo que en la evolución darwiniana solo que en la primera es la acción del hombre la que actúa sobre el acervo genético.

 

Esta ha sido mi lectura principal en los dos últimos días, y dado que me interesan estos asuntos de la evolución, la geología, la cosmología, astronomía, etc., que mi concepción del mundo es naturalista, y que me mantengo al margen de la religión (pues no creo en la existencia de entidades sobrenaturales como deidades, ángeles o demonios), no sólo le he echado un vistazo a la web de los brights, sino que me he registrado. ¡Soy un bright! La verdad es que en general soy reticente a pertenecer a cualquier grupo que implique alguna ideología. De hecho mi posición religiosa, en principio, es la ausencia de posición. En la práctica, como la religión está fuertemente imbricada en el tejido social y como soy, como cualquiera, parte del mismo, tengo mi derecho a hacer crítica sobre la religión cuando me plazca. Y de hecho lo hago. En esto que me ha llamado la atención una de las sugerencias en la web de los brights, que anima a usar el término para rellenar cuestionarios que pregunten por la religión. En principio me da cierta grima que se le pregunte a alguien a qué religión pertenece, como si tener una religión fuera tan normal como tener nombre, apellidos, dirección, etc. Lo cierto es que, probablemente, en EEUU las preguntas sobre raza y religión en impresos de diversa índole deben estar a la orden del día. Viviendo en Inglaterra, (que con sus diferencias comparte un acervo cultural anglosajón con los norteamericanos) hace años, tuve que rellenar un cuestionario más o menos oficial, no recuerdo muy bien para qué era exactamente, pero pienso que se trataba de algo relativo al trabajo. Creo recordar que no se me preguntaba la religión, pero sí recuerdo que se me preguntaba la raza. Ignoro si actualmente existe algo parecido en España para inmigrantes que empiecen a trabajar en el país, pero no deja de parecerme extraño y producirme cierto rechazo. En la España de otros tiempos las razas quedaban muy claramente taxonomizadas por tonalidades: blanca, negra, amarilla, cobriza y aceitunada (por cierto que Antonio Muñoz Molina escribió un interesante artículo al respecto). Las posibilidades que brindaba el cuestionario británico resultaba más complejo. Una de los epígrafes incluía el término “mediterráneo”, y aunque yo soy más de las playas de Cádiz y Huelva, siempre me ha gustado a mí eso de sentirme culturalmente “mediterráneo” (pero a menudo me identifico con lo british). En cualquier caso, por lo que pude entender, lo de mediterráneo venía a ser alguna suerte de subclase dentro de los aceitunados, lo cual no es lo mismo que bronceado con unte de aceite bajo el sol de Andalucía Occidental. De este embrollo me sacó mi jefa, blanca cual directa descendiente de los Jutos con un ‘you are white”, sin más vueltas.  A lo que voy, no creo que se le tenga que preguntar la religión a nadie si no es para inscribirse en una iglesia, secta o algo parecido, en cualquier caso para asuntos relacionados con la religión. Lo que me produce una suerte de extrañamiento es que se dé más o menos por hecho que la gente pertenece necesariamente a una religión. Ahí cumple perfectamente su función la denominación bright, y probablemente lo escribiría de darse la situación en un país de habla inglesa, aunque el simple guion largo (queda más aseverativo que corto) o rayita, se me antoja más potente, algo así como responder “pero qué clase de pregunta es esa” o “acaso me ha tomado por alguien que cree en lo sobrenatural”.  De algún modo, al rellenar la casilla, aunque sea con “bright” no deja uno de aceptar que es connatural al individuo pertenecer a alguna religión. Y además aquí viene el quid: el movimiento bright no es una religión. Así, escribir “bright” en la casilla debería en todo caso interpretarse como una rayita con un asterisco y una explicación a pie de página indicando “bright” como explicación del motivo por el que se pone la rayita.

Como ahora soy un bright, incluyo una imagen digamos corporativa de la comunidad para hacer proselitismo (¡yo librepensador, qué vergüenza he caído en manos sectarias!) Y consciente de que no publicaba desde mayo pese a haber hecho propósito de enmienda (¿concepto cristiano?) elevo este texto (“subir” lo dejo para archivos de programas y tal) a entrada del blog con la intención, como siempre, de que no me decaigan las ganas.

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