lunes, 13 de octubre de 2008

Creando y descreyendo


Un artículo de Juan Manuel de Prada sobre el creacionismo ha dado que hablar últimamente. Incluso a él mismo le ha dado de qué hablar en otro artículo donde no corrige pero acaso aumenta la versión anterior hablando de incrédulos. Para de Prada, el incrédulo sobre la intervención divina en la creación, la comunión de los santos o la resurrección de la carne suele creer que se va a forrar invirtiendo un puñado de pecunia o que vivirá más de cien años gracias a los avances de la ingeniería genética. Yo desde luego no creo que me pueda forrar invirtiendo, pero como no tengo un pavo que invertir no me preocupa en absoluto. En cuanto a lo de vivir más de cien años, con el tabaquismo que tengo encima, dudo muchísimo alcanzar esa edad. Sin embargo, si tuviera que apostar obligatoriamente o bien a que resucitaré al final de los tiempos o bien a que viviré más de cien años, lo haría sin duda por la segunda opción, porque la primera me parece risible en su sentido literal y la segunda plausible científicamente. El señor de Prada debería tener en cuenta que en la época actual la creencia en los preceptos de la Iglesia y la verdad de las Escrituras son una cuestión personal y que se suelen desarrollar en los círculos afines a la fe, pero que cuando saltan al mundo exterior, el real, uno se arriesga a que los demás comenten lo que les parezca, del mismo modo que se tiene derecho a hablar de la comunión de los santos en un diario.

Yo no estoy de acuerdo con el creacionismo ni con el diseño inteligente (que son esencialmente difíciles de distinguir). La cuestión está en si estas doctrinas o teorías pueden hacer daño. Yo pienso que no lo hacen dentro del ámbito de la religión (la adscripción a y el ejercicio de una religión son un derecho). Que se cuestionen asuntos científicos desde la religión toma otro cariz, especialmente en el ámbito de la enseñanza (primaria, secundaria y superior). Entiendo que hay dos modos principales de cuestionar la ciencia desde la religión: en cuanto a la moral y en cuanto a la cosmogonía. De estos, los asuntos relativos a la moral son debatibles en sociedad, aunque desgraciadamente generen conflicto. Son cuestiones perfectamente opinables. Si los cristianos protestan contra el aborto por sus convicciones de moral cristiana, pues normal, ahí está el debate. Pero si protestaran (lo hacen algunos en EEUU) por no introducir su cosmogonía cristiana en la enseñanza de la cosmología, la física o la biología, mal andaríamos.
Para el señor de Prada el hecho de que el hombre de las cavernas se pusiera a pintar es prueba de que hubo intervención divina para que existiera el ser humano. El incremento en la capacidad craneana (algo perfectamente entendible a la luz de la evolución) no es algo significativo, es más, probablemente Dios intervino aumentando la capacidad craneana para que el hombre de las cavernas pudiera pintar y así tuviéramos las generaciones venideras constancia fehaciente de su labor divina.

martes, 7 de octubre de 2008

El plagio de Bunbury




Me decía un buen amigo de entonces, una tarde cualquiera, cuando Héroes del Silencio estaban en su apogeo, que el grupo no le parecía mal, pero no aguantaba la voz afectada del vocala. Yo sin embargo hacía una vindicación de la afectación. Bajo mi punto de vista… a ver, soy sevillano, un sitio donde solías pegar una patada a un naranjo y caían tres guitarristas de la muerte… esto me he perdido, sí… prosigo… No… que bajo mi punto de vista, insisto (¿no lo había hecho aún?) el grupo sonaba a rock contundente, pero sin la voz… una mierda (con mis respetos a quien le corresponda). Me di cuenta de la grandeza de los maños estos cuando en medio de la pista de una discoteca (antaño teatro) en Hamburgo, hace más de una década, la avant garde del local (me consta que no eran canis), fauna masculina y femenina (osea, “to dios”) flipaba con lo bien que cantaba yo los temas de los susodichos “Héroes”. Reeperbahn: una condonería, dos sitios de comida rápida, un puticlub, tres sitios de comida rápida, un bar de copas, una condonería, dos sitios de comida rápida, un bar de copas, otro sitio de comida rápida… y así… (bueno, y más puticlubes). Conste que iba con novia (alemana por supuesto, del este para más señas) y que me empujaba a “disfrutar” del marchote que se me ofrecía.

Joder, que me salgo de madre (Viva el San Pauli; esto ya no lo explico, lo dejo a los más freaks (pista: fútbol)


Total, que hubo hasta un asesinato por allí, pero yo, con los Héroes, el rey de la disco, total.


Volví yo a la facu y le dije al colega que yo era ya fan de los Iron Maiden, de Pink Floyd y de Los Beatles; y de los Kinks y de la madre que parió al faraón de la puta pirámide de Keops (osea: el señor Keops) (pero él ya lo sabía). Hace algún tiempo que no le veo, pero me consta que es un tío fetén.


En resumiendo que es gerundio (vaya uso lingüístico carca que se caga la perra): El Bunbury usa versos de Pedro Casariego Córdoba. Poeta de culto al cual gracias a la puta polémica van a acceder muchos más lectores. Que el colega Enrique podría haber incluido una reseña al susodicho poeta en su disco… pues sí… Que eso es plagio… menos mal que no ligué en la Reeperbahn de Hamburgo, porque entonces la SGAE me multaría por “ligoteo improcedente” (joder que no ligué, que ya tenía novia autóctona, bueno, del éste, ya lo dije). Hay citas musicales que son tan evidentes (para el oído avisado) que a nadie se le ocurriría pleitear por ello porque loan más que plagian al primigenio creador. Pienso, en mi desconocimiento de la ley (mierda, no exime de su cumplimiento), que si Bunbury hubiera mencionado a Casariego en los créditos hubiera estado bien (siempre está bien usar la cultura popular para dar a conocer la de culto), pero que machacar a un músico por varias frases en sus letras es de cogérsela con papel de fumar (o ganas de dar por culo).


Más en plata: habría que pleitear contra Matt Groening porque en un capítulo de Los Simpson el pequeño Bart dice: “Algo está podrido en el Reino de Dinamarca”. ¿Le suena a alguien?


Joder… iba a tocar un shuffle pentatónico con la acústica pero me he acojonado, ¿mira que si me ponen un pleito?


Me voy a la cama... ¿o no?

lunes, 6 de octubre de 2008

Platos cuadrados


Últimamente leo todos los días el ABC (edición de Sevilla) en papel, que cada mañana está bien temprano dentro de una bolsa de El Corte Inglés colgada en la puerta del piso. Cosas de vivir con mi abuela, que me ha acogido en su búnker protector mientras nos sobrevuelan las crisis (que son varias). El domingo pasado se explayó a gusto don Antonio Burgos, gran valedor de los valores sevillanos y faro que nos ilumina para que no tropecemos con mamarrachadas que no vienen a cuento en nuestra mariana y fortissima Híspalis. Incluyo el vínculo:


http://www.abcdesevilla.es/historico-opinion/index.asp?ff=20081005&idn=81406899813

A mí que el señor Burgos esté muy bien relacionado y que le inviten a bodas y coma caña de lomo y gamba blanca de Huelva (mi abuela diría de Padrón), me parece estupendo. Que lo utilice para machacar a la hostelería moderna, a Arzak y a quien se ponga por delante me parece pelín extemporáneo y bastante reaccionario, pero sobre todo me parece una putada para los hosteleros que en la capital andaluza intentan crear negocio, empleo y turismo sin ajustarse a la más estricta ortodoxia. Y es que al señor Burgos le ha dado últimamente una perrera tremenda contra los restaurantes de “platos cuadrados”, aunque sobre ellos se pongan manitas de cerdo, rabo (“cola” en Sevilla) de toro o langostinos de Sanlúcar. Lo curioso es que según se desprende de sus comentarios cada vez va más a sitios de “platos cuadrados”. ¿La cuadratura del círculo?


Fui propietario de un restaurante de “platos cuadrados”, aunque también los teníamos redondos (por si venía el señor Burgos; no lo hizo que yo sepa). Me consta que existen algunos estupendos restaurantes de “platos cuadrados” en Sevilla y que muchos de sus clientes leen el ABC. Flaco favor señor Burgos. Claro que para favor nada como que le inviten a uno a caña de lomo y gamba blanca de Huelva.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Crisis




Me voy a meter en camisa de once varas. Lo digo porque no soy ningún especialista en el tema que voy a tratar. – Pues entonces no hable usted de ello. –Oiga, es que este es mi blog y escribo de lo que me parece.



Resulta que muchos de los que han estado anclados en la defensa del liberalismo económico están poniendo en duda la necesidad de la no injerencia de los estados en los mercados financieros ya que se supone que estos se autorregulan correctamente. La sombra de la duda está cubriendo a expertos y neófitos. Según leo en la prensa, la actuación del gobierno de los EEUU inyectando capital en la banca se parece mucho a una nacionalización del sector, o al menos de algunas entidades. Raro anda el mundo si la nación que lidera todo un constructo de creencias que pivota alrededor de la libertad de las empresas y la banca para hacer y deshacer saca pecho en plan estado protector, y es que en los últimos años, esto de nacionalizar suena a país latinoamericano que saca las uñas a las multinacionales estadounidenses y europeas. Digo yo que en la tierra de la libertad y la justica para todos ya podrían haberlo hecho antes, por ejemplo, para crear una sanidad pública medio digna. Pero es que eso sería poner la salud de los pobres en la misma escala de valores que las cúpulas financieras, y eso debe rozar la inmoralidad en el país de las barras y estrellas. El dinero, como la belleza, tienen su peligro y es potencialmente corruptor. Cuando existe la posibilidad de enriquecerse ilimitadamente se genera automáticamente la posibilidad de que todo se vaya al carajo, y como se ha demostrado, incluso bajo parámetros legales. En principio, la generación de riqueza es uno de los objetivos principales de los gobiernos, pero parece que una cierta planificación no viene mal porque los grandes capitales pueden provocar grandes derrumbes.
Hace ya tiempo que se dice que la aspiración al estado del bienestar ha llegado a su fin, y me pasa por la cabeza la fugaz, acaso peregrina, idea de que en esa negación ha estado de alguna manera la génesis de la crisis actual. Claro que esto no tendría mucho sentido si aceptamos el tema de las hipotecas basura de EEUU como germen de la misma. ¿O sí?

–Pues usted dirá. –Oiga, es que yo soy un neófito en estos asuntos. –Pues ya le dije que no escribiera sobre tales. –Y ya le dije yo que como es mi blog escribo de lo que me parece.

viernes, 18 de julio de 2008

Polvo eres...


Observando mi mesa escritorio bajo una oblicua luz me doy cuenta de que pese a haber limpiado con el multiusos y la bayeta, el polvo se asienta en multitud de rincones y objetos. Ahora entiendo un poco mejor la cruzada que mantenían las mujeres de mi entorno familiar contra el polvo cuando era niño. Ahora tengo incluso una especie de moderno plumero “atrapapolvo” exclusivo para el portátil, sí sí, lo llevo en la funda (solo el recambio, sin el mango). Muchas veces nos hemos preguntado el porqué o el para qué de gérmenes, bichos y demás. Pero, ¿y el polvo? ¿Por qué demonios la materia tiene la manía de hacerse minúscula y flotar hasta depositarse sobre todo aquello que no esté bien (en)cerradito? Y lo peor es cuando te pones a pensar que todo ese polvo lo respiras antes de depositarse. Puf, para sacarle a uno esa vena hipocondríaca que siempre ha negado tener. Y eso que puede tener hasta su estética, como cuando al atardecer los rayos de sol hacen visible una barbaridad de partículas en suspensión flotando apaciblemente en tu habitación (claro que esto solo es posible si tienes una ventana orientada al oeste). Confieso que en la educación católica que recibí (sin solicitarla, como todo el mundo) me impresionaba mucho eso de “polvo eres y en polvo te convertirás”, que por otra parte es de los conceptos ligados a la religión que más analogía tiene con la realidad del universo que conocemos. Pero el polvo que más me ha impresionado desde pequeño se ve pero no es palpable, aunque lo parece. Está sobre un ánfora en un tenebroso cuadro del pintor Juan Cárceles.

miércoles, 16 de julio de 2008

Insomnia recalcitrante


Las cinco de la mañana y no puedo dormir. Mea culpa.


(Tan acostumbrado a una vida desordenada que el calor acrecienta tanto como mi circunstancia). Elijo un libro ya leido de los que están a mano en la mesa tras mi cabecera y no me concentro. Escucho Palingenesis, el disco del guitarrista callejero londinense. Me vienen recuerdos efímeros a mi mente.

“Toma la guitarra, necesito ir a mear”. Me siento sobre su ampli a pilas, subo el potenciómetro, varios armónicos, unos arpegios, varios rasgueos, unos tappings que me salen fatal y varias monedas que suenan en el estuche de Paul. ¿Era el comienzo de mi incipiente carrera de músico callejero en Londres? No, no lo fue, pero lo pensé. No tenía amplificador con batería. No tenía otras cosas que hacen falta para ello.

O quizás me sobraban algunas.

Poesía seca y música húmeda como el techo sin pintar.

Las cinco de la mañana y no puedo dormir. Mea culpa.

sábado, 28 de junio de 2008

Vuelta de Londres


Ya estoy de vuelta sufriendo los rigores del verano en Sevilla. Me he encontrado con el calor de golpe. Ese calor que pide a gritos un buen gazpacho fresquito que regenere mi cuerpo de tanta junk food y tanta pinta.
He conocido gente y he deambulado por Londres viviendo bastantes anécdotas. He sido asiduo del Crobar (que nadie compre el mechero con abrebotellas que literalmente explota), The Ship, el nuevo (el de Soho está chapado) The Intrepid Fox (simpática camarera valenciana, my punki ella), The 12 Bar, Jazz after Dark,… En la populosa noche de Charing Cross Road estaba Paco, un señor madrileño que lleva como 30 años por allí y que me ponía más cebolla en el perrito para calmar los munchies nocturnos antes del largo trayecto de autobús que me esperaba hasta llegar a mi habitación del East End. Vanesa de Madrid y sus diseños. La sevillana del Troy… Una tarde en Camden Town escucho una voz femenina en Español (a la orden del día por allí) “¡tia Amy! Y por allí pasaba la Winehouse con su minifalda roja y su discreto peinado, como para pasar desapercibida. En el Crobar saludé una noche a Warren de Martini después de que tocaran los Ratt en el Astoria. He conocido a Paul Sebastian, un joven guitarrista eléctrico que pasa las noches tocando con su técnica de tapping y sus delays y sus reverbs galácticas en la calle, cerca de la estación de Tottenham Court Road. Este tipo no se considera músico, sino más bien científico de la guitarra. He practicado con mi bajo en los viejos locales del callejón de Denmark Street. También he hecho algunos contactos con bandas que buscan bajista, pero hace falta algo más de tiempo para que salga algo interesante. He tenido el apoyo logístico de Juan, de Sevilla, que anda trabajando por allí para mejorar su inglés. Muchas gracias tío y saludos a Ivó. De lo peor, la tremenda leche que me pegué en los escalones de un hotelito. Caí en la acera de boca y todavía tengo una rodilla y una costilla maltrechas. Vivir en Londres implica subir y bajar cientos de estrechos escalones a diario. También estaban los compañeros de piso, el checo Ondrej que toca la batería, la sudafricana Tannie que se mueve por el mundo del cine. Michael, técnico de luces. Buena onda.
No sé cuando volveré por allí, pero lo cierto es que hace años que tengo cierta conexión mística con Londres. Para mí supone un recurso siempre disponible, claro que tengo responsabilidades que me unen a Sevilla.

sábado, 7 de junio de 2008

London, England


Pues ahí es donde estoy, en Londres. No tengo acceso permanente a internet y por eso tengo el blog un poco abandonado. ¿Hay alguien por aquí para compartir piso? Je je, que esto está muy caro!

Saludos.

miércoles, 7 de mayo de 2008




Miedos de la víctima primera,
del atroz desconocido que me sigue,
el que busca con ahogo la perla
asesinando a la criatura nacarada.
No hay descanso en el soñar,
son dardos del pasado quieto
que martillean la hora larga
con espasmos de alma callada.
Los escondrijos me encuentran,
ya la vida me envuelve agria.
El vino es siempre tierra
ahora en mi lengua cansada.
No reconozco las miradas,
ni sé mirar mi rostro,

tan amor,
tan odio,
tan azul,
tan poco.

El genio vulgar del hastío
es la ignorancia de mí mismo,
que me hace roca de espuma
o metal caliente y líquido.
Difumino, dulce y áspero
como fruta de árbol difícil
que rezuma texturas irisadas
por la luz de infinito color.
tan amor,
tan odio,
tan azul,
tan poco.


domingo, 4 de mayo de 2008

Obras menores


De entre los grandes grupos de todos los tiempos, uno de los que ha sufrido más dificultades internas es Pink Floyd. No he sido un admirador del grupo con vocación mitómana, más bien caí atrapado en su estética musical muy jovencito de forma natural, y me encanta seguir circulando por su discografía. Durante su larga trayectoria han pasado por distintas etapas. La primera, fuertemente marcada por la personalidad de Syd Barret, dejó una marca indeleble en la historia del rock. Años después, cuando Barret se quedó fuera del mundo, vendría la era Waters y posteriormente el liderazgo absoluto de Gilmour, tras perder Waters la batalla legal por el nombre del grupo. Tras hacer Waters su propio The Wall en solitario, cosa a la que tenía todo el derecho, anda ahora haciendo su propio Dark Side of the Moon en concierto. Gran oportunidad. Lamento no poder ir a ver el concierto, porque tanto me da Gilmour y Nick Mason como Roger Waters, al fin y al cabo lo importante es la experiencia de la música. Como se lleven entre ellos me la trae al fresco.
Con la perspectiva de las décadas es fácil para la crítica y los fans hacer un seguimiento de los puntos álgidos y las simas en la trayectoria de un grupo como Pink Floyd. Dark Side of the Moon, está erigido en una de las mayores cimas musicales de las últimas muchas décadas, y no faltan razones para ello, empezando (o terminando) por la prodigiosa producción de Alan Parsons. Es uno de los discos que más se siguen vendiendo a lo largo de las décadas. Por cierto que estoy loco por hacerme de un giradiscos nuevo para escuchar el vinilo (que conservo en muy buen estado). A veces uno se mueve por géneros, otras por grupos. Hay grupos o solistas con los que uno se siente satisfecho con tener lo que la crítica ha sancionado como lo mejor, grupos de “greatest hits”, hay otros con los que deseas investigar hasta el disco más endeble, y probablemente todos tienen su punto. Roger Waters ha defenestrado con insistencia los trabajos posteriores a su separación del grupo. En una reciente entrevista para El País ataca especialmente The Division Bell. Las comparaciones son odiosas, dicen, y personalmente disfruto mucho ese disco por su estética sonora. Aunque no esté cerca de los grandes discos en el Olimpo de los dioses musicales, sí que lo está en mi discoteca con respecto a los demás discos del grupo, y lo disfruto tanto o más que otros, porque la música que contiene es enormemente amable, y eso también es un valor, junto con la innovación o la audacia compositiva que podemos encontrar en otras obras. Obras menores entre grandes hitos. Me ocurre algo parecido con Yes o con Camel. Cuando me hice con el Stationary Traveller de Camel me sentí defraudado en un primer momento. Obviamente era otra época, otro sonido y otra manera de hacer música diferente a Moonmadness o The Snow Goose, pero no me han faltado momentos en los que he decidido escuchar ese disco y le he sacado jugo. Camel es por cierto un grupo que siguió existiendo como tal por el compromiso de Andy Latimer con la continuación del proyecto, ya más personal que de grupo. Quizás se parece un poco a lo de David Gilmour, claro que Latimer vendió su casa para continuar con Camel y Gilmour se ha podido comprar unas cuantas con las ventas de sus menores A Momentary Lapse of Reason o The Division Bell. Otros ejemplos los tengo en algunos discos de Al di Meola , Yes, Mike Oldfield o Joe Satriani, que no muestran unas expresiones que quizás no sean más que prejuicios que se tienen sobre lo que ha de ofrecer tal o cual músico. Obra menor por cierto se puede considerar Radio K.A.O.S. de Roger Waters, disco al que le tengo tanto cariño como a su odiado The Division Bell.

miércoles, 30 de abril de 2008

Subwoofers





Una vez vi a un hombre normal dentro de un coche normal con un equipo de sonido normal, a una hora normal, escuchando a los Beatles con el volumen bien alto. Se me antojó que había en él una cierta reivindicación. Probable hiperinterpretación mía, no dejaba de ser un contraste con respecto a los vehículos de llantas imposibles, neumáticos de perfil bajísimo, colores inexplicables y subwoofers dignos de una sala de conciertos.
En cierta ocasión, un conocido comentaba que andaba pensando montar una mesa de camilla, con sus cartas y su botella de pongamos chinchón, justo en el lugar donde varios cientos de jóvenes solían hacer su "botellón" escoltados por la policía. Llegó a tal punto cuando no pudo acceder a una calle con su coche y un policía le explicó: "es que están los chicos bebiendo".
El buen gusto y el mal gusto son cosas, aparte de difíciles de objetivar, de lo más íntimo. Por eso tenemos más o menos la oportunidad de elegir. Pero los botellódromos en plena vía y los subwoofers excitados por prodigiosas etapas de potencia no los elegimos, se nos imponen. A todo esto confieso que me encanta beber en las fiestas y que adoro los graves con buena potencia. ¿Me hago mayor? O aún peor, ¿un jodido reaccionario?

viernes, 25 de abril de 2008

Ragtime del desierto




Ayer asistí al concierto del grupo Toumast, algo diferente a casi todo y difícil de clasificar, ni falta que hace. Reivindican que se de a conocer la situación de los Tuaregs con batería, bajo, guitarras eléctricas y percusión. Los temas son desarrollos que van logrando un gran poder hipnótico con los fraseos del bajista, la técnica del batería, la manera tan personal de interpretar del guitarrista solista-cantante, los hechizantes gritos tradicionales de las mujeres Tuareg a cargo de la guitarrista rítmica y la personalidad arrebatadora del percusionista. Fusión, jazz moderno, blues y ragtime del desierto. Único. Como anécdota, antes de la actuación se informó al público de que debido a un incidente con una maleta durante el viaje no podrían salir al escenario con todos sus espectaculares ropajes tradicionales. No se echaron en falta.


Dejo un par de vínculos para que quien lo desee pueda hacerse su propia idea.





martes, 22 de abril de 2008

"Dunecave"

"Fossilshell"





"Pearlspounge"

lunes, 21 de abril de 2008


Entre los leves promontorios de tu cuerpo
se eleva la más bella insinuación cuando
tus extremidades laxas asumen formas
insospechadas para rodearme de sedas etéreas.
Las pérgolas de yedra se transmutan
en vides preñadas bajo las que te celebro,
pergeñando tu presencia entre los irisados destellos
del ónfalo dulce que me convoca.
Me sexas hombre y te sanciono mujer.

viernes, 18 de abril de 2008

La música y sus funciones


La música está pertinazmente presente en la vida diaria de casi todo el mundo, y no solamente en el caso del melómano de prolija discoteca. La música nos rodea, está en las cuñas de los informativos, en los anuncios publicitarios, en los fondos sonoros de programas de televisión, en los menús de los DVD, en las películas, en los documentales, en los teléfonos móviles, en los juguetes; en definitiva en muchos sitios donde desempeña una función secundaria o paralela (el caso del cine es especial, más adelante me referiré a él). Las músicas que cumplen esta función provienen de diversas fuentes. Podemos encontrar el éxito de actualidad en un anuncio televisivo, lo cual debe significar en principio que el anunciante se ha gastado sus buenos cuartos. Pero esto último no es algo de lo que podamos estar absolutamente seguros ya que existen en el mundo empresarial multitud de formatos para hacer negocios, especialmente en épocas de crisis y muy particularmente con la necesidad de las discográficas de abrir nuevas vías de comercialización. El intercambio o barter en su voz inglesa es un sistema que suele utilizarse mucho en publicidad. También, los éxitos del pasado han sido y siguen siendo ampliamente utilizados, quizás haya un repunte al respecto actualmente. Si la razón está en el puro criterio estético de los creativos publicitarios o la factura a presentar al anunciante tiene que ver, se escapa a mi conocimiento, aunque no a que le dé algunas vueltas en mi cabeza. Pero también podemos encontrar música no reconocible, esa que ha sido creada ex profeso para acompañar por ejemplo tal anuncio televisivo. En este caso se entiende que en ello trabajan músicos y estudios de grabación especializados, y esto parece lo más consecuente y profesional. Pero a menudo me defrauda notar que esa melodía suena a plagio total y me parece reconocer algún éxito de hace quince o veinte años, pero tan lejanamente que no se le puede llamar adaptación, versión ni nada parecido (con lo cual también entiendo que es lo que debe salir más baratito). De todos modos, sigo pensando que tiene un gran valor componer algo adecuado al medio con el que la música vaya a ir adscrita, aunque sea un tono de espera para la línea telefónica, porque hasta en esto hay calidades (el de mi banco me encanta). En el cine hay una serie de capas que se superponen para crear un conjunto y la música es a menudo (hay excepciones) un elemento fundamental. Ocurre que, especialmente en el cine de presupuestos más o menos elevados, a menudo encontramos renombrados compositores y magníficas producciones musicales que se desligan de la pantalla y asumen la forma de otro producto comercial como BSO, en ocasiones de notables cotas.
En cualquier caso, la música adquiere a menudo un carácter más o menos servil con respecto a otras disciplinas e intereses, del mismo modo que cuando la música se comercializa supuestamente como objeto en sí misma adquiere un carácter más o menos servil con respecto a nosotros mismos. Y es que en general no podemos prescindir de las músicas a las que me refería anteriormente sin obviar el resto del soporte, pero al elegir la música que nos acompaña al conducir, al leer, al escribir o al amar estamos de algún modo eligiendo y modulando la realidad que nos circunda.
Pero hay algo más que eso, porque la música tiene su lado privado y su lado público o social, y en base a éste último la música con la que uno se identifica puede ser parte de tu caracterización como persona. A veces la ausencia de interés por la música es un rasgo de caracterización en sí mismo. Sin embargo son muy comunes los prejuicios con respecto a ciertas músicas y la gente que las consume, las adora, las utiliza o se adscribe a ellas de algún modo. En realidad todas las músicas tienden a tener un enemigo cultural que trata de ningunearlas, de defenestrarlas. En general, cuanto más alejado del mainstream, más posibilidades de caer en las consabidas etiquetas de raro, ruido, inentendible, etc. Luego está el factor tiempo. En mi opinión la música es algo perdurable y además hay tanta que siempre hay tiempo de volver al pasado para descubrir, redescubrir y completar. Uno de los ejemplos más extremos de cómo la música posicionaba a los individuos era el de las tribus urbanas, especialmente en los años ochenta, o al menos así lo viví. Heavies, punkis, rockabilis y otros se definían por conceptos musicales que se han difuminado con el tiempo.

jueves, 17 de abril de 2008

El Restaurador de Costureros (y 3)

La pequeña no se lo pensó dos veces, agitó las piernas con todas sus fuerzas y salió disparada hacia la superficie. Al salir del agua trató de mirar a su alrededor, y le gustó tanto la sensación de estar así en el aire que se quedó flotando y observando los pájaros que revoloteaban y cantaban en torno a ella, le pareció ver que uno de color violeta le guiñaba un ojo. -Ya visitaré a los peces más tarde- se dijo convencida. Así estuvo durante un tiempo indefinido, dejándose mecer por el viento, elevándose por encima de montañas nevadas; ahora descendía rauda y sonriente, ahora hacía un vuelo raso saludando a los animales terrestres. Luego pensó en el mar esmeralda que había visto y corrió por entre la maleza sin apenas jadear, era muy veloz, más de lo que nunca pudiera haber pensado que era. Así, tras cruzar una zona de palmeras se encontró con una hermosa playa de arena clara. Se detuvo un momento y se dejó acariciar el rostro por la brisa marina. Pensó que era un verdadero milagro que estuviera allí, en un lugar tan salvaje y a la vez se sintiera como protegida por la propia naturaleza. Ya no sentía que todo fuera simplemente normal y agradable, ahora estallaba de júbilo y se sorprendía de sí misma y de lo que le rodeaba y las sensaciones que esto le transmitía. Este mundo no parecía ser diferente del que conocía, pero lo experienciaba como nunca antes lo había hecho. No cabía duda de que era la Tierra, su planeta; todos los animales y plantas, todos los accidentes geográficos, todos los elementos que llegaban a ella eran perfectamente normales, como los que había visto en innumerables ocasiones en los libros del colegio, en revistas, en los documentales de televisión. Sin embargo, en estos momentos se sentía partícipe de todo ello y se asombraba de pertenecer a un mundo tan variado y sorprendente. De repente pensó que no era muy normal que los peces le hubieran hablado, que había estado como dormida mientras aceptaba tranquilamente que tal cosa ocurriera y no se había detenido siquiera a asombrarse de ello. Luego trató de convencerse de que si los peces hablaban no era como para echarse las manos a la cabeza, al fin y al cabo ella hablaba y nadie ponía el grito en el cielo por ello, sería cuestión de aceptarlo como algo natural y seguir sorprendiéndose por un sinfín de cosas que están en un mundo que comparten con nosotros. Todos estos pensamientos se fundieron a la vez en su cabeza, no podía discernir claramente las diferentes ideas que le rondaban y que iban y venían tan rápidamente.

Un resplandor muy brillante y cegador le daba en la cara. Cuando pudo ver algo, allí estaba la ventana de su cuarto, abierta de par en par y con la cortina moviéndose sinuosamente con la brisa de la mañana y los rayos de sol entrando a borbotones, inundando su habitación de luz. Sintió frío en los pies, que se le habían salido del cobertor, y calor en la cara, iluminada por el sol. Julia sintió como una desazón en su interior, ¿Dónde estaban los peces y los pájaros? ¿Qué había sido de su isla? ¿Y el viejecito que reparaba costureros? ¿Y el esperado baño en el océano? No había podido pasar de la playa, las olas del mar no habían llegado a rozar sus pies. Sintiéndose muy desgraciada se levantó de la cama y se acercó a la ventana. Miró hacia el sol, aun no muy alto sobre el horizonte; estaba enfadada con él, pues le había despertado. Estuvo así unos minutos hasta que una tímida sonrisa se dibujó en su cara. - "Es un bonito amanecer" - pensó, y aún más se dijo - "¿No es alucinante que el sol salga todas las mañanas? Bueno, te perdono sol, me pareces misterioso y bueno, ¿cómo lo haces?"
La puerta de su habitación se abrió y allí estaba su madre. - Julia, cielo, ¿sabes qué hora es? Venga arriba perezosa, que ya está el desayuno en la mesa de la cocina.
Julia se puso su batín, fue al baño, se lavó la cara y bajó las escaleras para ir a desayunar.
- Tienes que darle de comer a tu pececito, después de que te lo han regalado los titos, no querrás que se muera de hambre el pobrecito, ¿no?
Julia se acercó a la pecera, que estaba encima de una moderna mesa redonda de diseño fabricada en metacrilato. Se agachó para coger el bote de comida para peces, pero éste no se encontraba en su sitio sobre el entrepaño de cristal. Entonces apareció la abuela con cara de pocos amigos, una anciana con la cintura muy ancha que caminaba y hablaba mientras miraba hacia lo que traía entre las manos.
- ¿Quién ha puesto esta porquería aquí?
- ¿Qué ocurre? -gritó la madre de Julia.
- Este bote que está en mi costurero, ¡huele fatal!
La madre de Julia se acercó y descubrió que dentro del viejo y raído costurero de su suegra se encontraba el bote de alimento para peces. - Abuela, - dijo acercándose al oído de la anciana - la pondría usted anoche en el costurero creyendo que era el bote donde pone los botones. Ya le he dicho que no se dedique a sus labores hasta tan tarde. Toma Julia, y no le eches demasiado se vaya a morir de empacho, dijo la madre de la pequeña mientras le daba el bote.
Julia abrió el bote y cogió dos pizcas de su contenido dejándolas caer sobre el agua de la pecera. El pez empezó a dar vueltas engullendo con avidez las migajas que se esparcían por el agua. Julia se quedó mirándolo con atención. Al poco rato el pez parecía haberse calmado y se quedó, sin apenas aletear, frente a Julia, parecía que estaba mirándole a los ojos. Entonces hizo un movimiento y se puso cabeza arriba, agitó rápidamente su aleta caudal y como un resorte salió disparado de la pecera dando varias volteretas en el aire para volver a caer en el agua y seguir nadando apaciblemente.
- ¡Vaya! ¿Conoces la cuarta dimensión? -dijo Julia.
- ¿Cómo dices? -respondió la madre que estaba de espaldas sacando la leche del frigorífico.
- Nada, que el pez ha estado descubriendo cosas.
- Claro Julia, ahora tiene un nuevo hogar y tiene que familiarizarse con él. Ahora cómete los cereales.

Julia no contó nada más de lo que sabía sobre costureros, luces azules, peces, pájaros y dimensiones, quizás algún día le dijera a su madre por qué a partir de entonces decidió tener a su pez junto a ella, en la mesilla de su habitación, quizás algún día olvidaría por qué algunos mayores saben tirar de la cuerda pero no saben mirar en la mesa de cristal.

lunes, 14 de abril de 2008

El Restaurador de Costureros (2)

El viejo restaurador de costureros no parecía hablar con mucha gente, quizás solo se comunicara con sus gatos y ocasionalmente con el ambulante, también estaban los clientes claro, pero a decir de él mismo estos eran tan escasos que realmente no podía acordarse de cuando fue la última vez que vino alguien a su taller para hacer que le repararan un costurero. Por la expresión del viejo la visita de la niña era como un regalo del cielo. De repente dio un pequeño respingo.
-Ven hija, hay algo que me gustaría enseñarte.
Se dirigió al fondo de la habitación donde había una estrechez que continuaba en un oscuro pasillo. La chiquilla le siguió con los ojos muy abiertos. El pasillo resulto ser largo, muy largo para el tamaño del taller, estaba lleno de telarañas que apenas se podían ver bajo la tenue luz de unas lámparas como candelabros que había a lo largo del muro de piedra a lo largo del cual apenas se podían entrever algunas ilegibles inscripciones en sanguina. El pasillo hacía algunas curvas a izquierda y derecha, parecía que no tuviera fin, de hecho, el tiempo que anduvieron a lo largo del mismo se le antojó muy largo. El anciano jadeaba en su caminar, pero ambos iban callados. Ella sentía una mezcla de miedo y seguridad que no le dejaba pensar mucho, sin embargo, volverse atrás no se le pasaba por la cabeza en ningún momento, era como si se viera obligada a seguir a ese hombre, si tenía que salir de allí, solo sería siguiendo adelante. Al cabo, en un un lateral había una puerta con un picaporte dorado en forma de un extraño animal alado que la chiquilla no pudo reconocer, el viejo lo accionó y abrió la pesada puerta con dificultad a la vez que ésta chirriaba misteriosamente. Al punto, la niña notó una corriente de aire frio que le hizo apretar la cara y contraer su pequeño cuerpo. Se podía sentir una gran humedad. Inmediatamente busco curiosa con la mirada al otro lado de la puerta, pero no pudo ver nada en ese instante porque estaba muy oscuro. El anciano entró y se perdió entre la oscuridad y al poco la enorme estancia se iluminó con un bonito color azulado, era circular y parecía una gran cueva dentro de una montaña.
El lugar estaba inundado por un cierto olor de frutas que la pequeña no identificaba concretamente. Había muchos objetos extraños, casi todos de metal plateado y vidrio de diferentes colores, algunos eran recipientes alargados como tubos de ensayo y alambiques, aunque no parecía que contuvieran líquido alguno y tampoco emanaban ningún vapor que se pudiera ver. En el centro de la estancia se encontraba una gran mesa redonda de grueso cristal, tenía un gigantesco pie central y emitía destellos de multitud de colores. Los ojos de la pequeña, muy abiertos, fijaron la mirada en esa mesa que parecía atraerla como la tierra a la luna y empezó a caminar muy despacio alrededor de ella, maravillada por los destellos de colores. El anciano reparador de costureros caminó pesadamente hacia la pared de la estancia, justo donde había una larga soga bien gruesa que colgaba del techo y terminaba en un borlón del que tiró lentamente no sin esfuerzo. Al punto se escucharon unos sonidos que recordaban una fanfarria de trompas lejanas. Entonces un haz de luz blanca descendió desde el centro del techo, lo hizo tan lentamente que a los perplejos ojos de la niña no parecía luz sino algo más material. Así, muy suavemente, cuando la luz hubo alcanzado el centro de la mesa de cristal, muchas ondas concéntricas de luz azulada recorrieron la superficie redonda hasta el borde de la mesa durante varios segundos, haciendo que pareciera de agua. Luego, la luz que tan misteriosamente había descendido desde el techo desapareció, pero la mesa pareció quedar como electrificada y emitía un zumbido grave y constante.
-Pero... ¿qué es esto? dijo la chiquilla con voz temblorosa.
-Mm, lo cierto es que no estoy muy seguro, nunca he podido encontrar el libro de instrucciones, solo tengo un papel en el que está escrito

Solo se ha de tocar con el corazón, solo se ha de mirar a través de uno mismo.

Apareció en el taller un día junto a un dibujo de esta mesa de cristal dentro de un sobre sin sello. Hace muchos años descubrí que aquella cuerda acciona el sistema, pero nunca ha ocurrido nada más de lo que estás viendo.
-Es muy raro, -dijo la pequeña- pero tiene que servir para algo. -La niña se puso a observar la superficie azul. -¿Se puede tocar? -preguntó.
-¿Por qué no pruebas?
-¿Tú nunca lo has intentado?
- Sí, pero nunca ocurre nada, la toco y espero, miro una y otra vez y solo veo esa luz azul. Creo que no sirve para nada en especial, simplemente es bonita de observar.
La niña acercó las palmas de sus manos a la mesa de cristal y se quedó así dudando hasta que dijo, - "¡Vamos allá!" - Entonces el color azul fue desapareciendo y sintió como si recibiera un suave masaje por todo su cuerpo. Ocupando toda la superficie de la mesa apareció la imagen de una isla vista desde muy alto, estaba rodeada de un mar de color verde esmeralda y la cubría una espesa vegetación. La imagen se iba acercando, como si la chiquilla descendiera hacia la isla. Cuando la visión ya no permitía ver el mar, bajo los árboles, la niña no veía más que una espesa selva a su alrededor. Sin saber cómo sintió que estaba girando sobre sí misma mientras descendía hasta que sus pies tocaron suelo suavemente. Se dio cuenta de que efectivamente estaba en una misteriosa selva, rodeada de plantas y un riachuelo de agua clara corría junto a ella. Escudriñó con su mirada bajo la superficie y descubrió multitud de peces de colores que nadaban tranquilamente. Pensó que sería estupendo zambullirse y bucear entre ellos, aunque el agua debía estar muy fría. No le dio tiempo a pensar más cuando se encontraba braceando suavemente bajo el agua, no sentía frío, tampoco sentía sus ropas, todo era muy agradable, no sentía agitación ni miedo, ni siquiera estaba sorprendida, todo era de lo más normal, incluso el hecho de que un pececillo de color rojo le hablara y le presentara a otros habitantes del agua. Era como un cicerone muy especial que le hubiera estado esperando para enseñarle su mundo. Algunos de los animales del río eran muy amables y parecían alegrarse de la visita de aquella extraña, otros le decían - "creías que éramos tontos, ¿verdad?". - Algunos simplemente ignoraban la presencia de aquella pequeña humana que disfrutaba la experiencia con una alegría infinita. Vio como los peces aleteaban con gran fuerza de vez en cuando y salían disparados hacia arriba para desaparecer fuera del agua por unos instantes y regresar al líquido elemento en una perfecta y elegante zambullida. El pez rojo que hacía de guía dijo - "es nuestra cuarta dimensión, si quieres viajar por el espacio y el tiempo solo tienes que saltar hacia arriba." - Y qué ocurre entonces - preguntó la chiquilla. - "Descubres cosas" - dijo el pez.

jueves, 10 de abril de 2008


Sangre densa respiras
y emerges transparente
derramando pulsiones de mar
que hacen postrarse a Leviatanes.

A la tarde, con pieles
de peces de plata salada,
para que mires al sol
altiva, te vestiré.

A la noche, con afeites
de blanca flor dama,
para que te mire la luna
redonda, te lavaré.

miércoles, 9 de abril de 2008

El Restaurador de Costureros (1)



Había un viejo restaurador de costureros que no tenía costureros que restaurar, lo cual parecía entristecerle mucho. Pero un buen día, mientras pensaba en su desgracia y en los buenos tiempos ya pasados, una linda jovencita llamó a su puerta con un viejo costurero roto en la mano diciendo que el costurero de su abuela necesitaba un arreglo. El semblante del restaurador de costureros reflejó cierto gozo, sus arrugados párpados se levantaron como si hubiera visto una visión.
-Pasa pequeña, pasa. -Dijo con voz amable. La chiquilla, con aires de traviesa vestía con toda propiedad, lo cual denotaba su buena cuna. Avanzó al interior del humilde taller con decisión aunque su paso era tan suave que pareciera que sus pies no tocaban suelo. El restaurador de costureros siguió tras ella un poco encorbado y con andares dificultosos. No podía evitar que la agitación que sentía se reflejara en sus movimientos.
-Eres la primera persona que viene a restaurar un costurero en los últimos... bueno, no se, desde hace mucho tiempo. Ahora la gente no arregla los costureros viejos, los tiran y compran otros nuevos. No hay mucho trabajo, no.
-Este costurero es de mi abuelita. Mi abuelita está un poco sorda, pero puede ver muy bien para su edad y se pasa el día cosiendo y cosiendo. El costurero estaba muy viejo y roto y mi madre dijo que habría que comprar uno nuevo en la tienda, y mi abuelita dijo que no, que el costurero había que arreglarlo porque lo había estado usando siempre y total podría aguantar mucho más si se llevaba a arreglar, y que además lo podrían seguir usando otras personas, que un costurero como éste se asemeja a las primeras sábanas de los que se casan, ¿qué quiere decir eso señor?
- Pues me pones en un aprieto, la verdad. Supongo que quiso decir que éste fué su primer costurero y según parece no ha tenido ningún otro. ¡Ay si todo el mundo pensara de los costureros como tu abuelita! Todo sería mejor para mí. El negocio marcharía bien. Algunos me dicen que me dedique a otra cosa, como zapatero o tapicero, pero yo les digo que yo soy restaurador de costureros, ese ha sido mi oficio siempre y uno debe ser fiel a lo que uno es, digo yo. Además, ya soy viejo para aprender un oficio nuevo, soy restaurador de costureros y lo seguiré siendo. ¿Por qué demonios voy a cambiar de oficio?
-Eso, eso, ¿por qué demonios? -repitió la pequeña frunciendo el ceño.
-Shh, que no se entere nadie que estamos diciendo palabrotas -apuntó el viejo.
-Shh, que no se entere nadie -musitó la pequeña con aires de complicidad.
-Reparar costureros no es tarea fácil, requiere una especialización. Uno no va a echar por tierra toda una vida dedicada a un oficio, y los años de aprendizaje y... -el hombre se quedó apretando los labios y mirando al infinito de la lúgubre estancia para al fin continuar- la verdad es que yo no necesito mucho para vivir, tengo una colección de viejos costureros, los arreglo y se los vendo a un ambulante que va por los pueblos de la comarca.
La pequeña estuvo un rato observando el taller. Estaba un poco oscuro, tan solo una lamparilla iluminaba una de las mesas de trabajo donde el anciano se afanaba en su labor. Alrededor se vislumbraban viejos taquillones, aparadores y altillos llenos de costureros, tablones y planchas de madera, telas, bobinas de hilo y muchas cajas grises de distintos tamaños. Todo parecía estar ondulado, incluido el suelo. Nada seguía lineas rectas y la niña pensó que todo aquello se podía venir abajo en cualquier momento. Tuvo el ademán de alzarse para acomodar las cajas de manera que ofrecieran una mayor estabilidad. Todas las cosas le parecían estar apoyadas en un equilibrio imposible. Algunos gatos andurreaban de aquí para allá e incluso se subían a los altillos, inexplicablemente sin tirar nada.

Relato


Voy a subir al blog un relato breve que escribí hace diez años. Lo haré por entregas bajo una nueva etiqueta "relato". Es un poco bisoño, pero le tengo cierto cariño y aunque el autor ha de saber ser crítico consigo mismo y aprender a deshacerse de bastante de lo escrito, cosa que trato de llevar a cabo, he decidido darle luz por aquí.

martes, 8 de abril de 2008

Sociedad e imágenes


Hoy aparece en elpais.com un reportaje sobre una exposición fotográfica en Lausana que pretende tratar el tema de los límites éticos en la utilización de imágenes. Es obvio que una foto puede ofender, molestar, avergonzar, ridiculizar, indignar, apenar, sobrecoger y muchas otras cosas, pero lo interesante es ver como a lo largo de las décadas, los estándares de corrección han ido cambiando. A veces me fascinan las cosas del pasado, especialmente periódicos y revistas, y la publicidad que aparece en ellos es un reflejo estupendo de los tiempos en los que se publicaron. Resulta curioso por ejemplo ver anunciados como la última novedad coches, televisores, ordenadores que hoy están obsoletos, y digo están porque en su momento eran el no va más. Pero quiero referirme aquí a esas imágenes publicitarias bajo las que subyace de algún modo un esquema de comportamiento social, unos valores aceptados en su día como correctos. Hay que puntualizar que siempre se puede encontrar la excepción y que la transgresión no es ni muchísimo menos un invento de nuestra época. En cualquier caso el que pueda curiosear este tipo de material podrá encontrar imágenes publicitarias que no serían hoy en día correctas en absoluto, es curioso como la apertura de la sociedad a posiciones más laicas y permisivas nos ha proporcionado por otro lado una hiperprotección de los derechos y libertades que hace que haya que tener pero que mucho cuidado con lo que se dice y se publica, tanto mediante la imagen como mediante la palabra. De tal modo que cosas que apenas hace unas décadas eran marca de progresía y libertad de expresión son miradas hoy con recelo. Y es que hay muchos demonios por ahí sueltos: la desigualdad de la mujer, la violencia de género, la pederastia, el racismo, la xenofobia, el maltrato animal, el terrorismo y muchos otros. No me extraña que Brooke Shields tratara por todos los medios de que no se mostrara su foto posando desnuda con diez añitos. Lo que molesta en la imagen no es el desnudo de una niña impúber, sino la actitud sexual, el maquillaje, bien pudiera ser parecida a las que hoy en día se intercambian los pederastas por la red. Un tipo de imagen muy utilizada hace un par de décadas o tres era la imagen de la oficina con la secretaria en pose algo más que solícita, imposibles hoy por trato discriminatorio a la mujer aunque siga siendo una realidad. Lo que no se acepta es mostrarlo, ya que implica la aceptación social de una realidad que se pretende cambiar. Y es cierto que está cambiando, pero lentamente. Estamos quizás en un momento en el que conviven (inestablemente) más perfiles morales que nunca.

domingo, 6 de abril de 2008

Star me up!


Aplatanado como estaba en esta tarde de domingo, he cogido un autobús petado hasta las trancas por la influencia de la Feria de Abril, que mucha gente ha tenido a bien adelantar a hoy mismo, para ir a ver Shine a Light. No me arrepiento. Pese a estar absolutamente sobrio y sin compañía he pasado un rato estupendo.

Lamentable que tengamos que aguantar a Bill y Hillary Clinton (y séquito) saludando a SS.SS.MM. y al ex presidente introduciendo la tocata al público. Claro que si nos fijamos en el público todo cuadra, en la primera fila todo chicas maqueadísimas haciendo palmas como si fuera un concierto de Luis Miguel. Me ha recordado al esperpento de la fiesta de la aristocracia monegasca con algunos de los adalides de “la movida”; que lo hagan, pero que no me lo enseñen por favor.
No es un documental, sino básicamente un concierto, ya iba avisado. Al principio parece que el sonido está deslavazado hasta que te paras a pensar que son los Rolling Stones y entonces todo se va empastando in crescendo con momentos notables. Visualmente chapó, iluminación sin demasiadas estridencias e interesantes movimientos de cámara. Personalmente hubiera agradecido algún primer plano del bajo en plena ejecución, pero claro, el bajista no consta como miembro. Eso sí, las enormes tetazas de la corista de Brooklyn (Jagger la hace de Queens y ante el comentario de la tía reconoce al público que la ha cagado) están omnipresentes. Se ve a unos Rolling echando un buen rato, aunque a veces se les nota la fatiga. Keith Richards tiene un buen punto cuando se dirige al público diciendo que está encantado de verles para puntualizar enseguida que en realidad está encantado de ver a cualquiera (no es poco estar vivo debe pensar). Instrumentalmente Ron Wood está en plenas facultades, especialmente con el slide, y sublime con la pedal steel guitar. Richards por su parte demuestra un gran sentimiento hacia su instrumento, es pausado en la ejecución, acaricia la guitarra, la mima incluso en los solos (o más bien fraseos) de los temas más cañeretes y en la última nota del concierto se queda arrodillado abrazado a su instrumento, dice Ronnie que es más tierno de lo que sus pintas anuncian, aunque haya traspasado durante su vida las fronteras de lo biológicamente correcto. Watts dice “hola” (demostrado, “sabe hablar” comenta Jagger). A Charlie lo que le va es el jazz, con su baqueta de caja asida como siempre a la manera de los bateristas jazzísticos y su vieja Gretsch marcando lo que tiene que marcar. Hace años que me fijé en su estilo de tocar y siempre me fascina cómo no acompaña el baquetazo de caja con chaston y deja la mano en el aire.
En cuanto a los invitados especiales, uno siempre se queda con la duda, ¿y por qué éste o aquella? ¿Quién lo ha metido ahí? Jack White, de The White Stripes, está bien con su acústica, mercadotecnia supongo, un toque de juventud en el escenario. Cristina Aguilera, lo primero que piensa uno es ¿esto es coña? Me viene a la mente Miguel Bosé en las Leyendas de la Guitarra de Sevilla en octubre del 91. Pero es que canta notablemente la tía, le sale de bordado y Mick se lo agradece con un magreillo medio qué (tiene la honestidad morritos de admitir que lo ha disfrutado). Buddy Guy sí que está a la altura, no solo con su maestría musical, sino con sus tablas, que están por supuesto a la altura de los viejos chicos malos.
He leído alguna crítica muy mala sobre Shine a Light, pero que queréis que os diga, ha sido mucho mejor que seguir la jornada de fútbol por el transistor mientras observas a protoferiantes y prontoferiantes.

viernes, 4 de abril de 2008

Los libros del universo medio


Leyendo un artículo en la edición digital de Babelia por Luisgé Martín, me ha venido a la mente un poema que escribí hace años, cuando tuve la oportunidad de curiosear por un enorme almacén de una distribuidora de libros.


A los libros en un almacén

¿Quiénes son vuestras madres?
Impresos lleváis poderes indecibles
pero aquí parecéis muertos
enterrados en un panteón
de fieras multiformes
esperando resucitar y ser.
Obligado letargo del universo medio,
del indigno purgatorio amalgamado
que un día os esparce
para transfigurarse en pensamientos,
ya transubstancia informe
de la mujer que os adopta.

¿Quiénes son vuestros padres?
¿Es que huís despavoridos
de la mano creadora?
Revueltos, tenéis amores imposibles
mas allí estaréis vivos,
insertos en un rincón
que murmura en sus ratos vacíos.
Despacio se vive la espera en vida,
pero llega la mano amiga
que os funde con su océano
para hundiros con otros veleros,
ya parte del abismo azul
del hombre que os hace suyos.

jueves, 3 de abril de 2008

Los delfines del palacio de Cnosos


En lo que fuera el precioso pabellón de Marruecos de la Expo 92 y organizada por la Fundación Tres Culturas, asistí ayer a una mesa redonda (El Mar y sus Viajeros: De Homero a Simbad) a cargo de Manuel Vicent y Jordi Esteva. Uno de los argumentos centrales en la charla de Vicent fue la idea de que el Mediterráneo es una zona donde las convulsiones (el caos en sus palabras) han servido de estímulo para el avance del pensamiento y las civilizaciones. Contrastó Manuel este hecho con la sociedad teutona, donde el desarrollo viene dado por unos esquemas de pensamiento previos que funcionan en tanto el entorno no asuma variables no previstas, entonces se desestabiliza todo el sistema. Por el contrario, el Mediterráneo como entorno de desarrollo de culturas ha ido construyéndose a base de coyunturas que han hecho del nexo de todas ellas, el ponto que las unía , un mar vinario, entintado desde las luchas por el codiciado paso por Troya hacia el Mar Negro. Ulises, durante su largo y azaroso retorno a Ítaca llega a salir del ponto mediterráneo por el Estrecho de Gibraltar, saliendo a la nada atlántica, un nirvana vacío, o un averno del que regresa a manera de resucitación. Recientemente me decía una amiga argentina que solía entender “de Argentina a Estambul”, versión apócrifa de la canción de Serrat. Quizás en algún momento doblar el Cabo de Hornos fue la proyección o extensión de la salida de Odiseo por el Cabo de Trafalgar.
No dejó de referirse Vicent al vertedero que es actualmente el Mar Mediterráneo, donde los monstruos y leviatanes que acechaban a Ulises deben andar asqueados refugiándose en alguna fosa abisal, y los descendientes de los delfines del palacio de Cnosos buscando por el Estrecho algún paso libre de vertidos.

martes, 1 de abril de 2008

Pavos y pavas






Resulta que unos investigadores han puesto en duda el hecho de que los pavos reales que tienen la cola más vistosa y perfecta tengan más éxito con las pavas. Vamos, que hay pavas para todo. De todos es sabido que en el reino animal a menudo son los machos los más agraciados en colorido para atraer a las hembras. Parece ser que han probado que machos con colas aparentemente defectuosas ligaban tanto como los más agraciados. Lo que no nos dicen es si las pavas que se liaban con los de las colas chungas eran los callos malayos de las pavas. La belleza del macho es lugar común, pero cuando vamos a algún lugar donde hay pavos reales solemos compadecernos de la pobre pava, tan insulsa con respecto a sus compañeros. Al parecer, otros investigadores opinan que en el estudio de marras se han obviado algunas sutiles (pero importantes para las pavas) características de las coloridas colas. Digo yo que hay pavas sapiens sapiens que a veces también ligan con el pavo menos agraciado, pero será porque las verdaderas plumas que le interesan no están en la cola, sino en la cartera. También se puede dar que un pavo acabe ligando con la pava menos atractiva después de haber estado pavoneándose todo el rato entre las reinas de la pavería sin éxito hasta que se le han intoxicado las plumas, con lo cual se confirmaría la tesis de la pava malaya. Claro que siempre queda la posibilidad de mandar las plumas a tomar por saco y volverse a poner las plumas de seductor en otra ocasión por si las pavas se dan cuenta de que eres el pavo más real de la pavería y que se dejen de dar por culo con los estudios sobre pavos y pavas. También la pava puede quitarse las deslucidas plumas de pecadora para volverlo a intentar en momento o lugar más propicio por si aparece el pavo de las plumas estupendas y además también está bien cargado de plumas de las otras. Qué pavada oiga. Luego están otras paverías donde todos son pavos o todas son pavas, pero entonces son otras las plumas, y muy bien que me parece, que también tienen derecho a pavonearse.

lunes, 31 de marzo de 2008

Tiempo borgiano


En el intento de dormir, tras leer algunos artículos de prensa, apagar la luz y confiarme a Morfeo, éste no ha venido, estará ocupado cuidando de otros que le necesiten más. El que sí que ha venido a mi pensamiento insomne ha sido Borges, y como se da el caso de que tengo a mano el segundo volumen de sus Obras Completas he leído, de nuevo, tras muchos años Tlön, Uqbar, Orbis Tertius. Debo confesar que propuse "Uqbar" como nombre para el último grupo en el que toqué hace unos años, pero no fue aceptado, aunque a mi parecer el nombre encajaba con el género del mismo. El caso es que a colación de la última entrada en el blog (“Punto de inflexión”), existen en el imaginario planeta de Tlön, elevado a tal desde mera provincia de Uqbar, metafísicos que llegan a negar la existencia del tiempo.

“Una de las escuelas de Tlön llega a negar el tiempo: razona que el presente es indefinido, que el futuro no tiene realidad sino como esperanza presente, que el pasado no tiene realidad sino como recuerdo presente.”

Y aún se refieren en el genial relato otras teorías más peregrinas de otras escuelas de Tlön que no cito. Propongo su lectura.

Como base epistemológica de la naturaleza del tiempo parece plausible, pero como base para recapacitar sobre nuestra naturaleza temporal me parece sublime. Esa indefinición del presente se podría redefinir como la única realidad que podemos aprehender y sobre la que podemos actuar, ya que si en alguna ocasión llega a ser recuerdo presente no es en cualquier caso algo sobre lo que podamos actuar. La idea, no por obvia deja de ser potente.

domingo, 30 de marzo de 2008

Punto de inflexión

A veces los esquemas vitales de una persona se rompen y toca replantearse las cosas. El renacer solo ocurre cuando no se vuelve la vista atrás más de lo necesario y empiezas a trabajar con los materiales vitales que te queden. Hay que aprender a distinguir entre ese saco de mierda que arrastras en un momento dado y ese bagaje que te queda de una manera más o menos volitiva. Hay que aprender a quitarle peso al petate y así dejar hueco para más objetos que sean lo suficientemente preciados como para meterlos, claro que siempre se van a colar cosas inservibles y entonces hay que aprender a desaprender los vicios que incorporas inútilmente.
Quizás sea un ejercicio desmesurado de autoindulgencia o de soberbia pretender que tu petate es infinitamente elástico, porque en el camino te puede lastrar tanto que no te deje proseguir. Y es que no tenemos más remedio que proseguir puesto que es parte de nuestra naturaleza y la aceptación y el entendimiento de nuestra condición temporal me resultan básicos para no caer en el pozo de la depresión y la infelicidad.

sábado, 16 de febrero de 2008

Ventana de luna y luz de sol,
ambas una y pura de reflejos,
guijarros limpiando aguas.

Todo nitidez azul y mil ventanas
circulares rodean al mundo
desde dentro,
para llegar dónde con los ojos
pero cómo con los versos.

Todo uno, plural singular,
ser en el no-dios,
vida en el no-demonio.


Noche semitranslúcida, de nuevo los Camel, ración doble. Adoraba esas sesiones de música y cómics cuando era adolescente y grababa El Vuelo del Ganso de Nieve en una cinta tipo IV en una pletina de formato horizontal ya pasada de moda y jugaba a mejorar (ilusamente) la experiencia auditiva. Hace como doce años tatareé el solo de Rhyader goes to Town en medio de un almuerzo hedonista y la chica flipó al punto que mi amigo decía que yo era especial. Basta. Cuanto tiempo sin impresionar a nadie, debo ser de lo más anodino, o los impresionables están fuera de mi esfera. Impresionables… yo lo soy. Cuanto tiempo hace que no me impresiona nadie. Porca miseria, tengo la vida social de un caracol (mis respetos a los caracoles, pero soy un ser humano)

sábado, 12 de enero de 2008

Recuperando músicas



Navegando por internet con cierta apatía he visitado el sitio web oficial del grupo Nektar. Se trata de un grupo del que he comprado algunos vinilos en ferias y demás y que tengo como joyita oculta y tal. Hace bastantes años que lo recomiendo y resulta que tienen una web muy molona donde entre otras cosas ofrecen toda su discografía para escucharla en streaming. Me siento como muy acapullado al comprobar que han hecho mogollón de cosas a lo largo de los años mientras yo me conformaba con varios discos cogiendo polvo porque el giradiscos no vale ni para hacer scratching con el primer LP de Enrique y Ana, ya que los hacía en el limbo de los dinosaurios. Pues no, los dinosaurios patean el mundo entre que cae el peñasco y no. En fin, para aquellos que gusten del rock progresivo y aledaños lo recomiendo con fruición.

http://www.nektarmusic.com/

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