lunes, 24 de septiembre de 2007

Deshilado está el hálito inprístino
de la fuente, que de seda cruda fuera
cuando urdida la sangre dulce
trama brutal la convirtió en tela.
Desgarros del tiempo vil
y manchas de la mente reflejada
en espejos deformantes.
Estas, excelsas se posan
y aquellos callados progresan.
Transfiguran los tintes las máculas,
pero agria está ya la sangre
acartonada en el altillo,
gritando muda, reflejándose
en las paredes exangües.
Sangre quieta, vendrá un hornillo
súcubo para licuarte ya río
maldito por su querencia del mar,
que limpie con sal la urdimbre,
paño de vida que convierte en vino
las máculas azarosas caídas
en los márgenes de la existencia.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Describo círculos

Describo círculos,
miro adentro y mil ópalos se retuercen
en ahogada sinfonía de silencios.
Formas inconexas
vagan por vericuetos inexplorables.

Se ralentiza el mundo,
la búsqueda se detiene callada
y ya no queda nada
y muero en vida por la vida conocer
y amar colores de efluvios salados,
razón intuida de pasión inagotable.

Vuela y hazme pequeño,
llévame por mares desconocidos,
renueva en mi, ave onírica,
las pasiones olvidadas.

martes, 11 de septiembre de 2007

Google sabe demasiado

Parecemos haber llegado al consenso de que cada vez estamos más “pillados” por todos lados. Hace ya tiempo, antes de Internet, el Gran Hermano era Hacienda. El estado era (y es) poseedor de los recursos. En el imaginario de décadas pasadas aparecen ordenadores como camiones, una miríada de rollos de cinta magnética, habitaciones llenas de monitores de fósforo verde y naranja y resquebrajados sonidos de impresoras. Recuerdo que en la época en que nos sacábamos nuestros primeros DNI, un chaval explicó por qué te pasabas varias semanas con el resguardo hasta que llegaba tu flamante carné: tus datos tienen que ser introducidos en los dos ordenadores de España. Toma ya, no es que en España hubiera entonces solo dos ordenadores, sino el título oficial de los ingenios informáticos donde constábamos todos los españoles (con DNI, al menos), una institución más. Ahora, muchos de nosotros vamos ofreciendo nuestros datos por la red, como es el caso de las farragosas plataformas de búsqueda de empleo.

Resulta que, según un artículo publicado hoy en elpais.com, Google “sabe demasiado” de nosotros y se guardan diversos datos sobre nuestras búsquedas y actividades en la red. Una cosa es obvia, Google es un gigante. La primera vez que vi Google me gustó su simplicidad y en seguida lo planté como página de inicio. Como Yahoo y algunos otros parecían estar inflando la "burbuja cibernética", me daba a mí como que el Google era lo más cool. Recientemente he comenzado a usar hasta el Google calendar, y eso que siempre he sido reticente a tener información en servidores, prefiriendo tenerlo todo (o lo máximo posible) en mi propio ordenador (por ejemplo el correo electrónico mediante el correspondiente programa de gestión del mismo en lugar del correo web). Total, que estoy metido hasta las cejas en el mainstream, ¡con lo que me atrae a mí la calidad selecta de la minoría!

Teniendo en cuenta que las leyes de protección de datos no son iguales en EEUU que en España / UE, cómo sabes que nadie se entretiene en California curioseando tus citas. Hay una respuesta inmediata: quien te crees para pensar que tus citas le puedan interesar a alguien. Claro que si eres famoso la cosa cambia. ¿Y los delincuentes? ¿Y los terroristas? No creo que planeen sus actividades con Google calendar, ¿o sí? Eso sería la repera. Oops, el g-mail chat ataca. Hasta otro día.

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Google/sabe/demasiado/elpeputec/20070911elpepisoc_2/Tes

jueves, 6 de septiembre de 2007

Natural Fractals

Un buen amigote me dijo en cierta ocasión mientras le daba la brasa con metal industrial acá, rock progresivo allá, que por favor le pusiera algo más folk. Oye, pues también existe el folk metal. No me digas. Joder, con su violín y su mandolina, y encima son ecologistas y todo. ¿Y cómo se llamaban? Skyclad.

Ahora que Ritichie Blackmore anda con sus noches medievales uno se pregunta qué demonios hacía décadas atrás quemando Marshalls y tirando Stratos por los aires. Son cosas de la edad. ¿Lo de quemar los Marshalls o lo de las noches medievales? Pues digamos las dos, ¿no? Bueno, y entonces eso es música celta ¿no? Ah, pues no sé. Esto anda un poco liado diría Cela. A ver, ¿como los Celtas Cortos? Puf, andamos despistados. Centrémonos. Mi amigo quería algo más folk. Pero ¿cómo de folk? Digamos Cat Stevens, digamos que bastaría con Paul Simon. Pero eso es pop oiga. Pero es más folk. O sea, que hay gradación. Pues claro, el industrial es más cañero que el progresivo. Ah, ¡pues haberlo dicho antes! Pero eso qué tiene que ver, más liado anda esto.

¿Y si decimos freestyle folk? Eso tiene que ser la hostia (como jugar al póquer y ganar). ¿Y si decimos natural fractals? ¿Y eso que es? Pues como una coliflor hecha de fórmulas matemáticas. Ah. ¿Y eso está bonito? Pues sí, mucho. ¿Y donde se ve eso? No, no; se escucha. ¿Dónde? Aquí.


Contribuyentes