lunes, 24 de septiembre de 2007

Deshilado está el hálito inprístino
de la fuente, que de seda cruda fuera
cuando urdida la sangre dulce
trama brutal la convirtió en tela.
Desgarros del tiempo vil
y manchas de la mente reflejada
en espejos deformantes.
Estas, excelsas se posan
y aquellos callados progresan.
Transfiguran los tintes las máculas,
pero agria está ya la sangre
acartonada en el altillo,
gritando muda, reflejándose
en las paredes exangües.
Sangre quieta, vendrá un hornillo
súcubo para licuarte ya río
maldito por su querencia del mar,
que limpie con sal la urdimbre,
paño de vida que convierte en vino
las máculas azarosas caídas
en los márgenes de la existencia.

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