miércoles, 30 de abril de 2008

Subwoofers





Una vez vi a un hombre normal dentro de un coche normal con un equipo de sonido normal, a una hora normal, escuchando a los Beatles con el volumen bien alto. Se me antojó que había en él una cierta reivindicación. Probable hiperinterpretación mía, no dejaba de ser un contraste con respecto a los vehículos de llantas imposibles, neumáticos de perfil bajísimo, colores inexplicables y subwoofers dignos de una sala de conciertos.
En cierta ocasión, un conocido comentaba que andaba pensando montar una mesa de camilla, con sus cartas y su botella de pongamos chinchón, justo en el lugar donde varios cientos de jóvenes solían hacer su "botellón" escoltados por la policía. Llegó a tal punto cuando no pudo acceder a una calle con su coche y un policía le explicó: "es que están los chicos bebiendo".
El buen gusto y el mal gusto son cosas, aparte de difíciles de objetivar, de lo más íntimo. Por eso tenemos más o menos la oportunidad de elegir. Pero los botellódromos en plena vía y los subwoofers excitados por prodigiosas etapas de potencia no los elegimos, se nos imponen. A todo esto confieso que me encanta beber en las fiestas y que adoro los graves con buena potencia. ¿Me hago mayor? O aún peor, ¿un jodido reaccionario?

viernes, 25 de abril de 2008

Ragtime del desierto




Ayer asistí al concierto del grupo Toumast, algo diferente a casi todo y difícil de clasificar, ni falta que hace. Reivindican que se de a conocer la situación de los Tuaregs con batería, bajo, guitarras eléctricas y percusión. Los temas son desarrollos que van logrando un gran poder hipnótico con los fraseos del bajista, la técnica del batería, la manera tan personal de interpretar del guitarrista solista-cantante, los hechizantes gritos tradicionales de las mujeres Tuareg a cargo de la guitarrista rítmica y la personalidad arrebatadora del percusionista. Fusión, jazz moderno, blues y ragtime del desierto. Único. Como anécdota, antes de la actuación se informó al público de que debido a un incidente con una maleta durante el viaje no podrían salir al escenario con todos sus espectaculares ropajes tradicionales. No se echaron en falta.


Dejo un par de vínculos para que quien lo desee pueda hacerse su propia idea.





martes, 22 de abril de 2008

"Dunecave"

"Fossilshell"





"Pearlspounge"

lunes, 21 de abril de 2008


Entre los leves promontorios de tu cuerpo
se eleva la más bella insinuación cuando
tus extremidades laxas asumen formas
insospechadas para rodearme de sedas etéreas.
Las pérgolas de yedra se transmutan
en vides preñadas bajo las que te celebro,
pergeñando tu presencia entre los irisados destellos
del ónfalo dulce que me convoca.
Me sexas hombre y te sanciono mujer.

viernes, 18 de abril de 2008

La música y sus funciones


La música está pertinazmente presente en la vida diaria de casi todo el mundo, y no solamente en el caso del melómano de prolija discoteca. La música nos rodea, está en las cuñas de los informativos, en los anuncios publicitarios, en los fondos sonoros de programas de televisión, en los menús de los DVD, en las películas, en los documentales, en los teléfonos móviles, en los juguetes; en definitiva en muchos sitios donde desempeña una función secundaria o paralela (el caso del cine es especial, más adelante me referiré a él). Las músicas que cumplen esta función provienen de diversas fuentes. Podemos encontrar el éxito de actualidad en un anuncio televisivo, lo cual debe significar en principio que el anunciante se ha gastado sus buenos cuartos. Pero esto último no es algo de lo que podamos estar absolutamente seguros ya que existen en el mundo empresarial multitud de formatos para hacer negocios, especialmente en épocas de crisis y muy particularmente con la necesidad de las discográficas de abrir nuevas vías de comercialización. El intercambio o barter en su voz inglesa es un sistema que suele utilizarse mucho en publicidad. También, los éxitos del pasado han sido y siguen siendo ampliamente utilizados, quizás haya un repunte al respecto actualmente. Si la razón está en el puro criterio estético de los creativos publicitarios o la factura a presentar al anunciante tiene que ver, se escapa a mi conocimiento, aunque no a que le dé algunas vueltas en mi cabeza. Pero también podemos encontrar música no reconocible, esa que ha sido creada ex profeso para acompañar por ejemplo tal anuncio televisivo. En este caso se entiende que en ello trabajan músicos y estudios de grabación especializados, y esto parece lo más consecuente y profesional. Pero a menudo me defrauda notar que esa melodía suena a plagio total y me parece reconocer algún éxito de hace quince o veinte años, pero tan lejanamente que no se le puede llamar adaptación, versión ni nada parecido (con lo cual también entiendo que es lo que debe salir más baratito). De todos modos, sigo pensando que tiene un gran valor componer algo adecuado al medio con el que la música vaya a ir adscrita, aunque sea un tono de espera para la línea telefónica, porque hasta en esto hay calidades (el de mi banco me encanta). En el cine hay una serie de capas que se superponen para crear un conjunto y la música es a menudo (hay excepciones) un elemento fundamental. Ocurre que, especialmente en el cine de presupuestos más o menos elevados, a menudo encontramos renombrados compositores y magníficas producciones musicales que se desligan de la pantalla y asumen la forma de otro producto comercial como BSO, en ocasiones de notables cotas.
En cualquier caso, la música adquiere a menudo un carácter más o menos servil con respecto a otras disciplinas e intereses, del mismo modo que cuando la música se comercializa supuestamente como objeto en sí misma adquiere un carácter más o menos servil con respecto a nosotros mismos. Y es que en general no podemos prescindir de las músicas a las que me refería anteriormente sin obviar el resto del soporte, pero al elegir la música que nos acompaña al conducir, al leer, al escribir o al amar estamos de algún modo eligiendo y modulando la realidad que nos circunda.
Pero hay algo más que eso, porque la música tiene su lado privado y su lado público o social, y en base a éste último la música con la que uno se identifica puede ser parte de tu caracterización como persona. A veces la ausencia de interés por la música es un rasgo de caracterización en sí mismo. Sin embargo son muy comunes los prejuicios con respecto a ciertas músicas y la gente que las consume, las adora, las utiliza o se adscribe a ellas de algún modo. En realidad todas las músicas tienden a tener un enemigo cultural que trata de ningunearlas, de defenestrarlas. En general, cuanto más alejado del mainstream, más posibilidades de caer en las consabidas etiquetas de raro, ruido, inentendible, etc. Luego está el factor tiempo. En mi opinión la música es algo perdurable y además hay tanta que siempre hay tiempo de volver al pasado para descubrir, redescubrir y completar. Uno de los ejemplos más extremos de cómo la música posicionaba a los individuos era el de las tribus urbanas, especialmente en los años ochenta, o al menos así lo viví. Heavies, punkis, rockabilis y otros se definían por conceptos musicales que se han difuminado con el tiempo.

jueves, 17 de abril de 2008

El Restaurador de Costureros (y 3)

La pequeña no se lo pensó dos veces, agitó las piernas con todas sus fuerzas y salió disparada hacia la superficie. Al salir del agua trató de mirar a su alrededor, y le gustó tanto la sensación de estar así en el aire que se quedó flotando y observando los pájaros que revoloteaban y cantaban en torno a ella, le pareció ver que uno de color violeta le guiñaba un ojo. -Ya visitaré a los peces más tarde- se dijo convencida. Así estuvo durante un tiempo indefinido, dejándose mecer por el viento, elevándose por encima de montañas nevadas; ahora descendía rauda y sonriente, ahora hacía un vuelo raso saludando a los animales terrestres. Luego pensó en el mar esmeralda que había visto y corrió por entre la maleza sin apenas jadear, era muy veloz, más de lo que nunca pudiera haber pensado que era. Así, tras cruzar una zona de palmeras se encontró con una hermosa playa de arena clara. Se detuvo un momento y se dejó acariciar el rostro por la brisa marina. Pensó que era un verdadero milagro que estuviera allí, en un lugar tan salvaje y a la vez se sintiera como protegida por la propia naturaleza. Ya no sentía que todo fuera simplemente normal y agradable, ahora estallaba de júbilo y se sorprendía de sí misma y de lo que le rodeaba y las sensaciones que esto le transmitía. Este mundo no parecía ser diferente del que conocía, pero lo experienciaba como nunca antes lo había hecho. No cabía duda de que era la Tierra, su planeta; todos los animales y plantas, todos los accidentes geográficos, todos los elementos que llegaban a ella eran perfectamente normales, como los que había visto en innumerables ocasiones en los libros del colegio, en revistas, en los documentales de televisión. Sin embargo, en estos momentos se sentía partícipe de todo ello y se asombraba de pertenecer a un mundo tan variado y sorprendente. De repente pensó que no era muy normal que los peces le hubieran hablado, que había estado como dormida mientras aceptaba tranquilamente que tal cosa ocurriera y no se había detenido siquiera a asombrarse de ello. Luego trató de convencerse de que si los peces hablaban no era como para echarse las manos a la cabeza, al fin y al cabo ella hablaba y nadie ponía el grito en el cielo por ello, sería cuestión de aceptarlo como algo natural y seguir sorprendiéndose por un sinfín de cosas que están en un mundo que comparten con nosotros. Todos estos pensamientos se fundieron a la vez en su cabeza, no podía discernir claramente las diferentes ideas que le rondaban y que iban y venían tan rápidamente.

Un resplandor muy brillante y cegador le daba en la cara. Cuando pudo ver algo, allí estaba la ventana de su cuarto, abierta de par en par y con la cortina moviéndose sinuosamente con la brisa de la mañana y los rayos de sol entrando a borbotones, inundando su habitación de luz. Sintió frío en los pies, que se le habían salido del cobertor, y calor en la cara, iluminada por el sol. Julia sintió como una desazón en su interior, ¿Dónde estaban los peces y los pájaros? ¿Qué había sido de su isla? ¿Y el viejecito que reparaba costureros? ¿Y el esperado baño en el océano? No había podido pasar de la playa, las olas del mar no habían llegado a rozar sus pies. Sintiéndose muy desgraciada se levantó de la cama y se acercó a la ventana. Miró hacia el sol, aun no muy alto sobre el horizonte; estaba enfadada con él, pues le había despertado. Estuvo así unos minutos hasta que una tímida sonrisa se dibujó en su cara. - "Es un bonito amanecer" - pensó, y aún más se dijo - "¿No es alucinante que el sol salga todas las mañanas? Bueno, te perdono sol, me pareces misterioso y bueno, ¿cómo lo haces?"
La puerta de su habitación se abrió y allí estaba su madre. - Julia, cielo, ¿sabes qué hora es? Venga arriba perezosa, que ya está el desayuno en la mesa de la cocina.
Julia se puso su batín, fue al baño, se lavó la cara y bajó las escaleras para ir a desayunar.
- Tienes que darle de comer a tu pececito, después de que te lo han regalado los titos, no querrás que se muera de hambre el pobrecito, ¿no?
Julia se acercó a la pecera, que estaba encima de una moderna mesa redonda de diseño fabricada en metacrilato. Se agachó para coger el bote de comida para peces, pero éste no se encontraba en su sitio sobre el entrepaño de cristal. Entonces apareció la abuela con cara de pocos amigos, una anciana con la cintura muy ancha que caminaba y hablaba mientras miraba hacia lo que traía entre las manos.
- ¿Quién ha puesto esta porquería aquí?
- ¿Qué ocurre? -gritó la madre de Julia.
- Este bote que está en mi costurero, ¡huele fatal!
La madre de Julia se acercó y descubrió que dentro del viejo y raído costurero de su suegra se encontraba el bote de alimento para peces. - Abuela, - dijo acercándose al oído de la anciana - la pondría usted anoche en el costurero creyendo que era el bote donde pone los botones. Ya le he dicho que no se dedique a sus labores hasta tan tarde. Toma Julia, y no le eches demasiado se vaya a morir de empacho, dijo la madre de la pequeña mientras le daba el bote.
Julia abrió el bote y cogió dos pizcas de su contenido dejándolas caer sobre el agua de la pecera. El pez empezó a dar vueltas engullendo con avidez las migajas que se esparcían por el agua. Julia se quedó mirándolo con atención. Al poco rato el pez parecía haberse calmado y se quedó, sin apenas aletear, frente a Julia, parecía que estaba mirándole a los ojos. Entonces hizo un movimiento y se puso cabeza arriba, agitó rápidamente su aleta caudal y como un resorte salió disparado de la pecera dando varias volteretas en el aire para volver a caer en el agua y seguir nadando apaciblemente.
- ¡Vaya! ¿Conoces la cuarta dimensión? -dijo Julia.
- ¿Cómo dices? -respondió la madre que estaba de espaldas sacando la leche del frigorífico.
- Nada, que el pez ha estado descubriendo cosas.
- Claro Julia, ahora tiene un nuevo hogar y tiene que familiarizarse con él. Ahora cómete los cereales.

Julia no contó nada más de lo que sabía sobre costureros, luces azules, peces, pájaros y dimensiones, quizás algún día le dijera a su madre por qué a partir de entonces decidió tener a su pez junto a ella, en la mesilla de su habitación, quizás algún día olvidaría por qué algunos mayores saben tirar de la cuerda pero no saben mirar en la mesa de cristal.

lunes, 14 de abril de 2008

El Restaurador de Costureros (2)

El viejo restaurador de costureros no parecía hablar con mucha gente, quizás solo se comunicara con sus gatos y ocasionalmente con el ambulante, también estaban los clientes claro, pero a decir de él mismo estos eran tan escasos que realmente no podía acordarse de cuando fue la última vez que vino alguien a su taller para hacer que le repararan un costurero. Por la expresión del viejo la visita de la niña era como un regalo del cielo. De repente dio un pequeño respingo.
-Ven hija, hay algo que me gustaría enseñarte.
Se dirigió al fondo de la habitación donde había una estrechez que continuaba en un oscuro pasillo. La chiquilla le siguió con los ojos muy abiertos. El pasillo resulto ser largo, muy largo para el tamaño del taller, estaba lleno de telarañas que apenas se podían ver bajo la tenue luz de unas lámparas como candelabros que había a lo largo del muro de piedra a lo largo del cual apenas se podían entrever algunas ilegibles inscripciones en sanguina. El pasillo hacía algunas curvas a izquierda y derecha, parecía que no tuviera fin, de hecho, el tiempo que anduvieron a lo largo del mismo se le antojó muy largo. El anciano jadeaba en su caminar, pero ambos iban callados. Ella sentía una mezcla de miedo y seguridad que no le dejaba pensar mucho, sin embargo, volverse atrás no se le pasaba por la cabeza en ningún momento, era como si se viera obligada a seguir a ese hombre, si tenía que salir de allí, solo sería siguiendo adelante. Al cabo, en un un lateral había una puerta con un picaporte dorado en forma de un extraño animal alado que la chiquilla no pudo reconocer, el viejo lo accionó y abrió la pesada puerta con dificultad a la vez que ésta chirriaba misteriosamente. Al punto, la niña notó una corriente de aire frio que le hizo apretar la cara y contraer su pequeño cuerpo. Se podía sentir una gran humedad. Inmediatamente busco curiosa con la mirada al otro lado de la puerta, pero no pudo ver nada en ese instante porque estaba muy oscuro. El anciano entró y se perdió entre la oscuridad y al poco la enorme estancia se iluminó con un bonito color azulado, era circular y parecía una gran cueva dentro de una montaña.
El lugar estaba inundado por un cierto olor de frutas que la pequeña no identificaba concretamente. Había muchos objetos extraños, casi todos de metal plateado y vidrio de diferentes colores, algunos eran recipientes alargados como tubos de ensayo y alambiques, aunque no parecía que contuvieran líquido alguno y tampoco emanaban ningún vapor que se pudiera ver. En el centro de la estancia se encontraba una gran mesa redonda de grueso cristal, tenía un gigantesco pie central y emitía destellos de multitud de colores. Los ojos de la pequeña, muy abiertos, fijaron la mirada en esa mesa que parecía atraerla como la tierra a la luna y empezó a caminar muy despacio alrededor de ella, maravillada por los destellos de colores. El anciano reparador de costureros caminó pesadamente hacia la pared de la estancia, justo donde había una larga soga bien gruesa que colgaba del techo y terminaba en un borlón del que tiró lentamente no sin esfuerzo. Al punto se escucharon unos sonidos que recordaban una fanfarria de trompas lejanas. Entonces un haz de luz blanca descendió desde el centro del techo, lo hizo tan lentamente que a los perplejos ojos de la niña no parecía luz sino algo más material. Así, muy suavemente, cuando la luz hubo alcanzado el centro de la mesa de cristal, muchas ondas concéntricas de luz azulada recorrieron la superficie redonda hasta el borde de la mesa durante varios segundos, haciendo que pareciera de agua. Luego, la luz que tan misteriosamente había descendido desde el techo desapareció, pero la mesa pareció quedar como electrificada y emitía un zumbido grave y constante.
-Pero... ¿qué es esto? dijo la chiquilla con voz temblorosa.
-Mm, lo cierto es que no estoy muy seguro, nunca he podido encontrar el libro de instrucciones, solo tengo un papel en el que está escrito

Solo se ha de tocar con el corazón, solo se ha de mirar a través de uno mismo.

Apareció en el taller un día junto a un dibujo de esta mesa de cristal dentro de un sobre sin sello. Hace muchos años descubrí que aquella cuerda acciona el sistema, pero nunca ha ocurrido nada más de lo que estás viendo.
-Es muy raro, -dijo la pequeña- pero tiene que servir para algo. -La niña se puso a observar la superficie azul. -¿Se puede tocar? -preguntó.
-¿Por qué no pruebas?
-¿Tú nunca lo has intentado?
- Sí, pero nunca ocurre nada, la toco y espero, miro una y otra vez y solo veo esa luz azul. Creo que no sirve para nada en especial, simplemente es bonita de observar.
La niña acercó las palmas de sus manos a la mesa de cristal y se quedó así dudando hasta que dijo, - "¡Vamos allá!" - Entonces el color azul fue desapareciendo y sintió como si recibiera un suave masaje por todo su cuerpo. Ocupando toda la superficie de la mesa apareció la imagen de una isla vista desde muy alto, estaba rodeada de un mar de color verde esmeralda y la cubría una espesa vegetación. La imagen se iba acercando, como si la chiquilla descendiera hacia la isla. Cuando la visión ya no permitía ver el mar, bajo los árboles, la niña no veía más que una espesa selva a su alrededor. Sin saber cómo sintió que estaba girando sobre sí misma mientras descendía hasta que sus pies tocaron suelo suavemente. Se dio cuenta de que efectivamente estaba en una misteriosa selva, rodeada de plantas y un riachuelo de agua clara corría junto a ella. Escudriñó con su mirada bajo la superficie y descubrió multitud de peces de colores que nadaban tranquilamente. Pensó que sería estupendo zambullirse y bucear entre ellos, aunque el agua debía estar muy fría. No le dio tiempo a pensar más cuando se encontraba braceando suavemente bajo el agua, no sentía frío, tampoco sentía sus ropas, todo era muy agradable, no sentía agitación ni miedo, ni siquiera estaba sorprendida, todo era de lo más normal, incluso el hecho de que un pececillo de color rojo le hablara y le presentara a otros habitantes del agua. Era como un cicerone muy especial que le hubiera estado esperando para enseñarle su mundo. Algunos de los animales del río eran muy amables y parecían alegrarse de la visita de aquella extraña, otros le decían - "creías que éramos tontos, ¿verdad?". - Algunos simplemente ignoraban la presencia de aquella pequeña humana que disfrutaba la experiencia con una alegría infinita. Vio como los peces aleteaban con gran fuerza de vez en cuando y salían disparados hacia arriba para desaparecer fuera del agua por unos instantes y regresar al líquido elemento en una perfecta y elegante zambullida. El pez rojo que hacía de guía dijo - "es nuestra cuarta dimensión, si quieres viajar por el espacio y el tiempo solo tienes que saltar hacia arriba." - Y qué ocurre entonces - preguntó la chiquilla. - "Descubres cosas" - dijo el pez.

jueves, 10 de abril de 2008


Sangre densa respiras
y emerges transparente
derramando pulsiones de mar
que hacen postrarse a Leviatanes.

A la tarde, con pieles
de peces de plata salada,
para que mires al sol
altiva, te vestiré.

A la noche, con afeites
de blanca flor dama,
para que te mire la luna
redonda, te lavaré.

miércoles, 9 de abril de 2008

El Restaurador de Costureros (1)



Había un viejo restaurador de costureros que no tenía costureros que restaurar, lo cual parecía entristecerle mucho. Pero un buen día, mientras pensaba en su desgracia y en los buenos tiempos ya pasados, una linda jovencita llamó a su puerta con un viejo costurero roto en la mano diciendo que el costurero de su abuela necesitaba un arreglo. El semblante del restaurador de costureros reflejó cierto gozo, sus arrugados párpados se levantaron como si hubiera visto una visión.
-Pasa pequeña, pasa. -Dijo con voz amable. La chiquilla, con aires de traviesa vestía con toda propiedad, lo cual denotaba su buena cuna. Avanzó al interior del humilde taller con decisión aunque su paso era tan suave que pareciera que sus pies no tocaban suelo. El restaurador de costureros siguió tras ella un poco encorbado y con andares dificultosos. No podía evitar que la agitación que sentía se reflejara en sus movimientos.
-Eres la primera persona que viene a restaurar un costurero en los últimos... bueno, no se, desde hace mucho tiempo. Ahora la gente no arregla los costureros viejos, los tiran y compran otros nuevos. No hay mucho trabajo, no.
-Este costurero es de mi abuelita. Mi abuelita está un poco sorda, pero puede ver muy bien para su edad y se pasa el día cosiendo y cosiendo. El costurero estaba muy viejo y roto y mi madre dijo que habría que comprar uno nuevo en la tienda, y mi abuelita dijo que no, que el costurero había que arreglarlo porque lo había estado usando siempre y total podría aguantar mucho más si se llevaba a arreglar, y que además lo podrían seguir usando otras personas, que un costurero como éste se asemeja a las primeras sábanas de los que se casan, ¿qué quiere decir eso señor?
- Pues me pones en un aprieto, la verdad. Supongo que quiso decir que éste fué su primer costurero y según parece no ha tenido ningún otro. ¡Ay si todo el mundo pensara de los costureros como tu abuelita! Todo sería mejor para mí. El negocio marcharía bien. Algunos me dicen que me dedique a otra cosa, como zapatero o tapicero, pero yo les digo que yo soy restaurador de costureros, ese ha sido mi oficio siempre y uno debe ser fiel a lo que uno es, digo yo. Además, ya soy viejo para aprender un oficio nuevo, soy restaurador de costureros y lo seguiré siendo. ¿Por qué demonios voy a cambiar de oficio?
-Eso, eso, ¿por qué demonios? -repitió la pequeña frunciendo el ceño.
-Shh, que no se entere nadie que estamos diciendo palabrotas -apuntó el viejo.
-Shh, que no se entere nadie -musitó la pequeña con aires de complicidad.
-Reparar costureros no es tarea fácil, requiere una especialización. Uno no va a echar por tierra toda una vida dedicada a un oficio, y los años de aprendizaje y... -el hombre se quedó apretando los labios y mirando al infinito de la lúgubre estancia para al fin continuar- la verdad es que yo no necesito mucho para vivir, tengo una colección de viejos costureros, los arreglo y se los vendo a un ambulante que va por los pueblos de la comarca.
La pequeña estuvo un rato observando el taller. Estaba un poco oscuro, tan solo una lamparilla iluminaba una de las mesas de trabajo donde el anciano se afanaba en su labor. Alrededor se vislumbraban viejos taquillones, aparadores y altillos llenos de costureros, tablones y planchas de madera, telas, bobinas de hilo y muchas cajas grises de distintos tamaños. Todo parecía estar ondulado, incluido el suelo. Nada seguía lineas rectas y la niña pensó que todo aquello se podía venir abajo en cualquier momento. Tuvo el ademán de alzarse para acomodar las cajas de manera que ofrecieran una mayor estabilidad. Todas las cosas le parecían estar apoyadas en un equilibrio imposible. Algunos gatos andurreaban de aquí para allá e incluso se subían a los altillos, inexplicablemente sin tirar nada.

Relato


Voy a subir al blog un relato breve que escribí hace diez años. Lo haré por entregas bajo una nueva etiqueta "relato". Es un poco bisoño, pero le tengo cierto cariño y aunque el autor ha de saber ser crítico consigo mismo y aprender a deshacerse de bastante de lo escrito, cosa que trato de llevar a cabo, he decidido darle luz por aquí.

martes, 8 de abril de 2008

Sociedad e imágenes


Hoy aparece en elpais.com un reportaje sobre una exposición fotográfica en Lausana que pretende tratar el tema de los límites éticos en la utilización de imágenes. Es obvio que una foto puede ofender, molestar, avergonzar, ridiculizar, indignar, apenar, sobrecoger y muchas otras cosas, pero lo interesante es ver como a lo largo de las décadas, los estándares de corrección han ido cambiando. A veces me fascinan las cosas del pasado, especialmente periódicos y revistas, y la publicidad que aparece en ellos es un reflejo estupendo de los tiempos en los que se publicaron. Resulta curioso por ejemplo ver anunciados como la última novedad coches, televisores, ordenadores que hoy están obsoletos, y digo están porque en su momento eran el no va más. Pero quiero referirme aquí a esas imágenes publicitarias bajo las que subyace de algún modo un esquema de comportamiento social, unos valores aceptados en su día como correctos. Hay que puntualizar que siempre se puede encontrar la excepción y que la transgresión no es ni muchísimo menos un invento de nuestra época. En cualquier caso el que pueda curiosear este tipo de material podrá encontrar imágenes publicitarias que no serían hoy en día correctas en absoluto, es curioso como la apertura de la sociedad a posiciones más laicas y permisivas nos ha proporcionado por otro lado una hiperprotección de los derechos y libertades que hace que haya que tener pero que mucho cuidado con lo que se dice y se publica, tanto mediante la imagen como mediante la palabra. De tal modo que cosas que apenas hace unas décadas eran marca de progresía y libertad de expresión son miradas hoy con recelo. Y es que hay muchos demonios por ahí sueltos: la desigualdad de la mujer, la violencia de género, la pederastia, el racismo, la xenofobia, el maltrato animal, el terrorismo y muchos otros. No me extraña que Brooke Shields tratara por todos los medios de que no se mostrara su foto posando desnuda con diez añitos. Lo que molesta en la imagen no es el desnudo de una niña impúber, sino la actitud sexual, el maquillaje, bien pudiera ser parecida a las que hoy en día se intercambian los pederastas por la red. Un tipo de imagen muy utilizada hace un par de décadas o tres era la imagen de la oficina con la secretaria en pose algo más que solícita, imposibles hoy por trato discriminatorio a la mujer aunque siga siendo una realidad. Lo que no se acepta es mostrarlo, ya que implica la aceptación social de una realidad que se pretende cambiar. Y es cierto que está cambiando, pero lentamente. Estamos quizás en un momento en el que conviven (inestablemente) más perfiles morales que nunca.

domingo, 6 de abril de 2008

Star me up!


Aplatanado como estaba en esta tarde de domingo, he cogido un autobús petado hasta las trancas por la influencia de la Feria de Abril, que mucha gente ha tenido a bien adelantar a hoy mismo, para ir a ver Shine a Light. No me arrepiento. Pese a estar absolutamente sobrio y sin compañía he pasado un rato estupendo.

Lamentable que tengamos que aguantar a Bill y Hillary Clinton (y séquito) saludando a SS.SS.MM. y al ex presidente introduciendo la tocata al público. Claro que si nos fijamos en el público todo cuadra, en la primera fila todo chicas maqueadísimas haciendo palmas como si fuera un concierto de Luis Miguel. Me ha recordado al esperpento de la fiesta de la aristocracia monegasca con algunos de los adalides de “la movida”; que lo hagan, pero que no me lo enseñen por favor.
No es un documental, sino básicamente un concierto, ya iba avisado. Al principio parece que el sonido está deslavazado hasta que te paras a pensar que son los Rolling Stones y entonces todo se va empastando in crescendo con momentos notables. Visualmente chapó, iluminación sin demasiadas estridencias e interesantes movimientos de cámara. Personalmente hubiera agradecido algún primer plano del bajo en plena ejecución, pero claro, el bajista no consta como miembro. Eso sí, las enormes tetazas de la corista de Brooklyn (Jagger la hace de Queens y ante el comentario de la tía reconoce al público que la ha cagado) están omnipresentes. Se ve a unos Rolling echando un buen rato, aunque a veces se les nota la fatiga. Keith Richards tiene un buen punto cuando se dirige al público diciendo que está encantado de verles para puntualizar enseguida que en realidad está encantado de ver a cualquiera (no es poco estar vivo debe pensar). Instrumentalmente Ron Wood está en plenas facultades, especialmente con el slide, y sublime con la pedal steel guitar. Richards por su parte demuestra un gran sentimiento hacia su instrumento, es pausado en la ejecución, acaricia la guitarra, la mima incluso en los solos (o más bien fraseos) de los temas más cañeretes y en la última nota del concierto se queda arrodillado abrazado a su instrumento, dice Ronnie que es más tierno de lo que sus pintas anuncian, aunque haya traspasado durante su vida las fronteras de lo biológicamente correcto. Watts dice “hola” (demostrado, “sabe hablar” comenta Jagger). A Charlie lo que le va es el jazz, con su baqueta de caja asida como siempre a la manera de los bateristas jazzísticos y su vieja Gretsch marcando lo que tiene que marcar. Hace años que me fijé en su estilo de tocar y siempre me fascina cómo no acompaña el baquetazo de caja con chaston y deja la mano en el aire.
En cuanto a los invitados especiales, uno siempre se queda con la duda, ¿y por qué éste o aquella? ¿Quién lo ha metido ahí? Jack White, de The White Stripes, está bien con su acústica, mercadotecnia supongo, un toque de juventud en el escenario. Cristina Aguilera, lo primero que piensa uno es ¿esto es coña? Me viene a la mente Miguel Bosé en las Leyendas de la Guitarra de Sevilla en octubre del 91. Pero es que canta notablemente la tía, le sale de bordado y Mick se lo agradece con un magreillo medio qué (tiene la honestidad morritos de admitir que lo ha disfrutado). Buddy Guy sí que está a la altura, no solo con su maestría musical, sino con sus tablas, que están por supuesto a la altura de los viejos chicos malos.
He leído alguna crítica muy mala sobre Shine a Light, pero que queréis que os diga, ha sido mucho mejor que seguir la jornada de fútbol por el transistor mientras observas a protoferiantes y prontoferiantes.

viernes, 4 de abril de 2008

Los libros del universo medio


Leyendo un artículo en la edición digital de Babelia por Luisgé Martín, me ha venido a la mente un poema que escribí hace años, cuando tuve la oportunidad de curiosear por un enorme almacén de una distribuidora de libros.


A los libros en un almacén

¿Quiénes son vuestras madres?
Impresos lleváis poderes indecibles
pero aquí parecéis muertos
enterrados en un panteón
de fieras multiformes
esperando resucitar y ser.
Obligado letargo del universo medio,
del indigno purgatorio amalgamado
que un día os esparce
para transfigurarse en pensamientos,
ya transubstancia informe
de la mujer que os adopta.

¿Quiénes son vuestros padres?
¿Es que huís despavoridos
de la mano creadora?
Revueltos, tenéis amores imposibles
mas allí estaréis vivos,
insertos en un rincón
que murmura en sus ratos vacíos.
Despacio se vive la espera en vida,
pero llega la mano amiga
que os funde con su océano
para hundiros con otros veleros,
ya parte del abismo azul
del hombre que os hace suyos.

jueves, 3 de abril de 2008

Los delfines del palacio de Cnosos


En lo que fuera el precioso pabellón de Marruecos de la Expo 92 y organizada por la Fundación Tres Culturas, asistí ayer a una mesa redonda (El Mar y sus Viajeros: De Homero a Simbad) a cargo de Manuel Vicent y Jordi Esteva. Uno de los argumentos centrales en la charla de Vicent fue la idea de que el Mediterráneo es una zona donde las convulsiones (el caos en sus palabras) han servido de estímulo para el avance del pensamiento y las civilizaciones. Contrastó Manuel este hecho con la sociedad teutona, donde el desarrollo viene dado por unos esquemas de pensamiento previos que funcionan en tanto el entorno no asuma variables no previstas, entonces se desestabiliza todo el sistema. Por el contrario, el Mediterráneo como entorno de desarrollo de culturas ha ido construyéndose a base de coyunturas que han hecho del nexo de todas ellas, el ponto que las unía , un mar vinario, entintado desde las luchas por el codiciado paso por Troya hacia el Mar Negro. Ulises, durante su largo y azaroso retorno a Ítaca llega a salir del ponto mediterráneo por el Estrecho de Gibraltar, saliendo a la nada atlántica, un nirvana vacío, o un averno del que regresa a manera de resucitación. Recientemente me decía una amiga argentina que solía entender “de Argentina a Estambul”, versión apócrifa de la canción de Serrat. Quizás en algún momento doblar el Cabo de Hornos fue la proyección o extensión de la salida de Odiseo por el Cabo de Trafalgar.
No dejó de referirse Vicent al vertedero que es actualmente el Mar Mediterráneo, donde los monstruos y leviatanes que acechaban a Ulises deben andar asqueados refugiándose en alguna fosa abisal, y los descendientes de los delfines del palacio de Cnosos buscando por el Estrecho algún paso libre de vertidos.

martes, 1 de abril de 2008

Pavos y pavas






Resulta que unos investigadores han puesto en duda el hecho de que los pavos reales que tienen la cola más vistosa y perfecta tengan más éxito con las pavas. Vamos, que hay pavas para todo. De todos es sabido que en el reino animal a menudo son los machos los más agraciados en colorido para atraer a las hembras. Parece ser que han probado que machos con colas aparentemente defectuosas ligaban tanto como los más agraciados. Lo que no nos dicen es si las pavas que se liaban con los de las colas chungas eran los callos malayos de las pavas. La belleza del macho es lugar común, pero cuando vamos a algún lugar donde hay pavos reales solemos compadecernos de la pobre pava, tan insulsa con respecto a sus compañeros. Al parecer, otros investigadores opinan que en el estudio de marras se han obviado algunas sutiles (pero importantes para las pavas) características de las coloridas colas. Digo yo que hay pavas sapiens sapiens que a veces también ligan con el pavo menos agraciado, pero será porque las verdaderas plumas que le interesan no están en la cola, sino en la cartera. También se puede dar que un pavo acabe ligando con la pava menos atractiva después de haber estado pavoneándose todo el rato entre las reinas de la pavería sin éxito hasta que se le han intoxicado las plumas, con lo cual se confirmaría la tesis de la pava malaya. Claro que siempre queda la posibilidad de mandar las plumas a tomar por saco y volverse a poner las plumas de seductor en otra ocasión por si las pavas se dan cuenta de que eres el pavo más real de la pavería y que se dejen de dar por culo con los estudios sobre pavos y pavas. También la pava puede quitarse las deslucidas plumas de pecadora para volverlo a intentar en momento o lugar más propicio por si aparece el pavo de las plumas estupendas y además también está bien cargado de plumas de las otras. Qué pavada oiga. Luego están otras paverías donde todos son pavos o todas son pavas, pero entonces son otras las plumas, y muy bien que me parece, que también tienen derecho a pavonearse.

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