domingo, 6 de abril de 2008

Star me up!


Aplatanado como estaba en esta tarde de domingo, he cogido un autobús petado hasta las trancas por la influencia de la Feria de Abril, que mucha gente ha tenido a bien adelantar a hoy mismo, para ir a ver Shine a Light. No me arrepiento. Pese a estar absolutamente sobrio y sin compañía he pasado un rato estupendo.

Lamentable que tengamos que aguantar a Bill y Hillary Clinton (y séquito) saludando a SS.SS.MM. y al ex presidente introduciendo la tocata al público. Claro que si nos fijamos en el público todo cuadra, en la primera fila todo chicas maqueadísimas haciendo palmas como si fuera un concierto de Luis Miguel. Me ha recordado al esperpento de la fiesta de la aristocracia monegasca con algunos de los adalides de “la movida”; que lo hagan, pero que no me lo enseñen por favor.
No es un documental, sino básicamente un concierto, ya iba avisado. Al principio parece que el sonido está deslavazado hasta que te paras a pensar que son los Rolling Stones y entonces todo se va empastando in crescendo con momentos notables. Visualmente chapó, iluminación sin demasiadas estridencias e interesantes movimientos de cámara. Personalmente hubiera agradecido algún primer plano del bajo en plena ejecución, pero claro, el bajista no consta como miembro. Eso sí, las enormes tetazas de la corista de Brooklyn (Jagger la hace de Queens y ante el comentario de la tía reconoce al público que la ha cagado) están omnipresentes. Se ve a unos Rolling echando un buen rato, aunque a veces se les nota la fatiga. Keith Richards tiene un buen punto cuando se dirige al público diciendo que está encantado de verles para puntualizar enseguida que en realidad está encantado de ver a cualquiera (no es poco estar vivo debe pensar). Instrumentalmente Ron Wood está en plenas facultades, especialmente con el slide, y sublime con la pedal steel guitar. Richards por su parte demuestra un gran sentimiento hacia su instrumento, es pausado en la ejecución, acaricia la guitarra, la mima incluso en los solos (o más bien fraseos) de los temas más cañeretes y en la última nota del concierto se queda arrodillado abrazado a su instrumento, dice Ronnie que es más tierno de lo que sus pintas anuncian, aunque haya traspasado durante su vida las fronteras de lo biológicamente correcto. Watts dice “hola” (demostrado, “sabe hablar” comenta Jagger). A Charlie lo que le va es el jazz, con su baqueta de caja asida como siempre a la manera de los bateristas jazzísticos y su vieja Gretsch marcando lo que tiene que marcar. Hace años que me fijé en su estilo de tocar y siempre me fascina cómo no acompaña el baquetazo de caja con chaston y deja la mano en el aire.
En cuanto a los invitados especiales, uno siempre se queda con la duda, ¿y por qué éste o aquella? ¿Quién lo ha metido ahí? Jack White, de The White Stripes, está bien con su acústica, mercadotecnia supongo, un toque de juventud en el escenario. Cristina Aguilera, lo primero que piensa uno es ¿esto es coña? Me viene a la mente Miguel Bosé en las Leyendas de la Guitarra de Sevilla en octubre del 91. Pero es que canta notablemente la tía, le sale de bordado y Mick se lo agradece con un magreillo medio qué (tiene la honestidad morritos de admitir que lo ha disfrutado). Buddy Guy sí que está a la altura, no solo con su maestría musical, sino con sus tablas, que están por supuesto a la altura de los viejos chicos malos.
He leído alguna crítica muy mala sobre Shine a Light, pero que queréis que os diga, ha sido mucho mejor que seguir la jornada de fútbol por el transistor mientras observas a protoferiantes y prontoferiantes.

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